El baile como redención popular

Pablo Motos fue complaciente con la vicepresidenta incluso en los chistes Su baile fue minuto de oro

La vicepresidenta en plena coreografía en 'El Hormiguero'.
La vicepresidenta en plena coreografía en 'El Hormiguero'.
Francisco Andrés Gallardo

08 de octubre 2015 - 05:00

Se jugaba el tipo, se le notaba en la cara, aferrándose a la taza que tenía en la mesa, Soraya presentía que su futuro dependía de su contoneo final. La coreografía, momento Iceta, era un salto al vacío que llevaba preparando desde días atrás. Se lo tomó como si fuera un debate electoral y, sin rival enfrente, Soraya no perdió: un resultado suficiente, victoria pírrica, como las que le gustan más al equipo de Rajoy. La vicepresidenta, sin soltar sus cachetes de apuro en ningún momento, no se le fuera a escapar la naturalidad por la boca, al final no hizo el ridículo bailando ante casi 4,8 millones de españoles, minuto de oro del martes, con 700.000 andaluces. Por audiencia ganó a Esperanza Aguirre (3,5 millones frente a los 3 millones de la frustrada alcaldesa), y a Albert Rivera y a Pedro Sánchez, que rentabilizaron sus apariciones.

Ir a El Hormiguero no es ninguna tontería y Motos nunca se porta mal con los invitados. A Soraya Sáenz de Santamaría le regaló 26 minutos de Chester donde ninguna pregunta aguijoneó y cuya confesión (teledirigida) más jugosa fue esa de que el presidente, "el comodín de la llamada", es un bailongo redomado en la intimidad y se balancea con música de los 80 "de la mala". No sabemos si en el saco entran Europe o Georgie Dann.

El Hombre de Negro descansó. No hubo explosiones, ni corrosiones carbónicas. Ni Pilar Rubio con vaginas de parto. Tampoco trucos de magia. Trancas y Barrancas jugaron a favor y se reservó la sección más humana y tierna: la de las mascotas abandonadas, donde Soraya no se reprimió acariciando a Chico. Menudos compatriotas tenemos, tirando a los perros desde una valla o un segundo piso. El Hormiguero que, lo dicho, no es una tontería, ofrece una de las secciones más duras y conmovedoras de la parrilla, ésta de Dani Rovira, que sacó un compromiso a la vice. Tras el aprobado de Soraya, émula de Michelle Obama que acude siempre que se lo pide Jimmy Fallon, nos tememos que habrá codazos de aquí al 20 de diciembre para posar en el regazo de Pablo Motos.

Fue el ministro Montoro el que decía que lo de financiar la televisión era una tontería. Por esa razón los políticos del PP ahora han de lavar su imagen en una cadena privada, porque en TVE no hay un programa amable con audiencia que frote la humanidad. Con Bertín Osborne, con todo grabado, quedaría ahora descarado y con Mariló Montero sería un suicidio.

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