El detective Cannon
El detective Cannon

En esta era de las plataformas donde las series se consumen compulsivamente, enlazando capítulos como si no hubiera un mañana, a los espectadores que crecimos con la televisión en blanco y negro y un canal único (el UHF llegaba con dificultad a muchos puntos) nos entusiasmaría volver a disfrutar de aquellas series primigenias cuyas cintas deben estar guardadas en algún cajón de los estudios que compraran las productoras originales que los hicieron posibles.

Puede que nos decepcionaran. Pero tengo la intuición de que no, porque el factor nostalgia es muy poderoso. Estoy refiriéndome siempre a series con capítulos autoconclusivos, en donde cada entrega planteaba un caso diferente.

Entre las policíacas, añoro ‘Cannon’, ‘Sam Cade’, ‘Mannix’, ‘Kojak’, ‘Starsky y Hutch’, ‘Las calles de San Francisco’ (con Michael Douglas) y las que en España llegaron en el contenedor ‘Misterio’, con McMillan y compañía, de cuyo paquete solamente hemos podido recuperar a Colombo. Entre las médicas, me remonto a ‘Marcus Welby, doctor en medicina’ y ‘Centro médico’, con Chad Everett. Sería un placer ver completa ‘Lou Grant’.

Por no hablar de las comedias de media hora que nos acompañaron en la sobremesa. ‘Embrujada’, ‘Alicia’, ‘La extraña pareja’, ‘La chica de la tele’, ‘Aquí está Lucy’, ‘La hora de Tony Randall’, ‘De nueve a cinco’, ‘Taxi’, ‘Roma, mi amor’, ‘Mis adorables sobrinos’, ‘La tribu de los Brady’, ‘El fantasma y la señora Muir’, ‘Dos mosqueteros’, ‘Dos tontos en apuros’, ‘El y ella’, ‘Nancy’ o ‘MASH’, que se programó por las tardes. Sin olvidar al galán ‘Jim West’, de una hora de duración.

Todas estadounidenses, todas con más de cincuenta años cumplidos. Sería muy interesante ver cómo ha pasado el tiempo por ellas. Por nosotros, ya lo sabemos: toda una vida.

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