Esos años en que parecía que llegaba el fin del mundo
Retrospectiva
En 1981 además del intento de golpe del 23F se sucedieron magnicidios, atentados y la irrupción de lo que parecía una epidemia, el fraude de la colza
Sólo entre las horas de emergencia ofrecidas por las cadenas en lo que llevamos de enero, entre el temporal de nieve, el nuevo tsunami del coronavirus, el asalto al Capitolio o la explosión de Madrid, ya superaría el tiempo de todos los Telediarios y avances en TVE en el año más dramático de la historia reciente de España hasta 2020, 1981.
En aquel momento sólo emitía la cadena pública nacional y no había espacios que siguieran la vida en directo a lo Al rojo vivo por lo que los impactos de actualidad eran todo un sobresalto para el espectador. Cuando se interrumpía un musical o una película con la sintonía del Telediario con el rótulo de Avance Informativo las familias (porque la tele se veía con toda la familia reunida) se alarmaban porque, por lo excepcional, significaba una mala noticia. Y en 1981 hubo bastantes, aunque sólo un poco más de las que acumula ya este mes de enero.
En realidad 1981 nos parece en retrospectiva un mal ensayo de lo que vivimos.
El 29 de enero de 1981 se interrumpió por tres ocasiones El circo de TVE para adelantar una decisiva novedad en torno al Gobierno. A las 19.40 se lanzaba al aire la grabación desde la Moncloa con el anuncio de dimisión del presidente Adolfo Suárez. El año ya se ponía cuesta abajo y los Telediarios tuvieron varios días para abrir con conjeturas, crisis y preocupaciones pero la crispación empeoró con el abucheo a los Reyes por los parlamentarios abertzales en su primera visita a Guernica, el 4 de febrero. Un episodio saldado con entereza por don Juan Carlos y que extendió las ediciones del Telediario sobre la conmoción ante lo ocurrido.
Lo más crítico estaba por llegar, como sabemos, el 23 de febrero, con la irrupción golpista en la investidura de Calvo Sotelo en el Congreso.
TVE no ofrecía sesiones en directo y los gritos de Tejero sólo se escucharon en la radio. La inmediatez estaba en las ondas, pero la radio informativa en emisoras como la SER estaba aún en marcha tras décadas de monopolio de RNE, hasta 1977. El golpe se siguió por la radio y hasta la aparición del Rey a medianoche el país vivió unas horas de deserción en las calles y autoconfinamiento que se hicieron eternas. El Telediario 2 no pudo ofrecerse hasta entrada la noche tras marcharse la unidad del ejército que tomó por unas horas Prado del Rey.
El entonces director general, el aperturista Fernando Castedo, guardaba bajo su asiento la grabación del asalto. En la dirección de Informativos estaba un joven Iñaki Gabilondo, hasta poco antes director de Radio Sevilla, y que sería cesado en mayo: en pocos meses contó de todo. En el informativo de aquella noche también estaba la actual administradora única de RTVE, Rosa María Mateo.
En una noche de parálisis y mutismo, las imágenes del 23 F no se vieron hasta el mediodía del 24 (con la conducción de Matías Prats) y sólo la radio, con las limitaciones de entonces, fue el hilo con la actualidad, con José María García en la SER cambiando a Pablo Porta por los políticos destacados en el hotel Palace. García sería de los fundadores de Antena 3 al año siguiente.
Con la manifestación del sábado siguiente la amenaza golpista parecía quedar atrás, pero las preocupaciones se irían amontonándose. La FM se descubrió en el agitado 81.
Atentados de ETA
El terrorismo de ETA para algunas formaciones políticas es una pesadilla superada pero hace 40 años la crueldad de los extremistas vascos campaba desatada. 1980 había sido el año más sanguinario, 93 muertes, y en 1981 los medios informaron de 32 asesinados.
El 7 de mayo una bomba arrojada en el interior de un vehículo en Madrid se saldaba con tres militares despedazados. Una semana después, otra bomba, mataba a dos guardias civiles en Lemona, Vizcaya. En el balance de asesinatos de ETA de aquel año también hay empresarios, civiles que pasaban por el lugar o un repartidor de prensa. El terrorismo etarra emborronaba la joven democracia pero su amenaza permanecería por mucho más tiempo.
También en el País Vasco, en el pueblo de Ortuella, el 23 de octubre de 1980, una explosión de propano en un colegio mataba a 50 personas, la mayoría niños. La reacción informativa de TVE aún era rudimentaria, con grabaciones de cine y conexiones con centros territoriales de pocos recursos. Las cámaras de vídeo no se instauraron hasta un año después y aún así Telesur se vio desbordado con la muerte de Paquirri en 1984, reaccionando casi un día después, dada la lejanía por entonces de Pozoblanco.
Los atentados de ETA, por tanto, parecían contarse desde un lugar apartado, con pocas imágenes (a veces con telefotos para periódicos), ningún análisis y reacciones oficialistas. Una abundancia de vídeos como los de la explosión fortuita de Madrid, por ejemplo, habría sido un mazazo para la opinión pública si las cámaras individuales hubieran relatado los cobardes atentados de ETA.
Récord de magnicidios
En toda la historia reciente no hay un año como el de 1981 en cuestión de magnicidios. Hubo seis atentados contra presidentes o jefes de Estado, con cuatro asesinados: el egipcio Sadat, en un televisado desfile de sus fuerzas armadas; el panameño Omar Torrijos, en un accidente aéreo al que se le sigue culpando a la CIA; el presidente de Irán, Alí Rayaí, con una bomba colocada en un maletín, un ‘clásico’; y el presidente de Bangladesh, Ziaur Rahman, a manos de los agentes de un general rival.
Pero estas muertes no tienen comparación mediática con el intento de asesinato al presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan; y al Papa, Juan Pablo II.
La noticia de los disparos contra Reagan llegaron a España para el Al cierre, a las once y media de la noche, el 30 de marzo; pero las preocupantes imágenes con el traslado del pontífice interrumpieron la parrilla infantil del 13 de mayo. Nos parecen acontecimientos salteados, pero para el ciudadano de entonces aquello sonaba a fin del mundo.
Asalto al Banco Central
Como una opereta repetida del 23F, el 23 de mayo se produjo el asalto al Banco Central en Barcelona, en plena Plaza de Catalunya. Once atracadores retuvieron durante día y medio a más de 200 trabajadores y clientes. Las cámaras de TVE bajaron desde Miramar, en Montjuic, para otras eternas horas de espera que se siguieron en informativos especiales. El suceso concluyó con la intervención de los GEO, en la operación donde se hizo popular este cuerpo especializado de una renovada Policía Nacional.
Iñaki Gabilondo en su corta etapa como director de Informativos reformó el formato de los Telediarios, en una TVE aún anticuada en todos los aspectos, para desgaste también de Castedo. Gabilondo amplió el Telediario 2 con un Suplemento de media hora, para tratar en profundidad temas de portada (y los había de sobra) y en la sobremesa se creó, con Jesús Hermida, Crónica 3, un informativo al estilo americano, con boletines, entrevistas y breves tertulias, una avanzadilla tímida de la televisión de actualidad posterior. Crónica 3 arrancó en mayo poco días antes del cese del periodista vasco. En este programa también estuvo Rosa María Mateo
Y la colza
El gobierno de una UCD que naufragaba pedía mejor tratamiento. El mayor desgaste iba a llegar en forma de ‘pseudo-epidemia’, la neumonía atípica. El 27 de marzo moría en Madrid un paciente, Jaime Vaquero, de una extraña dolencia. Durante semanas la enfermedad detectada en familias humildes llegó a ser de una preocupación asfixiante, con especulaciones de todo tipo.
Los bulos se comentaban en los bares con unos medios sin saber hacia dónde dirigirse desde la impotencia del ministro de Sanidad, Sancho Rof. Unas investigaciones permitieron detectar en junio que la enfermedad procedía del consumo de un aceite de colza adulterado con anilinas. Todos estos conceptos se trasladaron a las conversaciones de la calle y en cada informativo, aparecía la lista de las marcas de esta fraude. Quienes mejor lo contaban era la pareja del mencionado Al cierre, unos amenos y didácticos Victoria Prego y Joaquín Arozamena.
La intoxicación produjo 62 muertos en su primer mes y 3.000 hospitalizados, lo que fue descrito como una hecatombe. De los 38 empresarios encausados sólo entraron en prisión 2 y el Estado fue el que pagó las indemnizaciones a las familias de los 4.000 muertos y 20.000 enfermos de los cuales muchos de ellos aún sufren graves secuelas. Frente a la actual pandemia nos parecen cifras escuálidas, pero hasta el coronavirus ha sido la mayor tragedia social de la España actual.
1981 fue el peor año de nuestras vidas, pero todo es posible de empeorar, como comprobamos en 2020. Y el 21.
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