Cómo se adelantó el abuelo de Daniel Sancho a la máscara de Mbappé

Historias de la tele

'La máscara negra' fue un fallido proyecto de serie de la TVE del monopolio pensada para Sancho Gracia tras 'Curro Jiménez' pero que fue un cúmulo de despropósitos que la condenaron de antemano

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Sancho Gracia y su máscara negra y el jugador franc´ds Mbappé
Sancho Gracia y su máscara negra y el jugador franc´ds Mbappé

Con la experiencia de los años, la competencia y la falta de ideas nuevas, los productores de series y los responsables de plataformas y cadenas optan por estirar los contenidos que ya funcionan. Malo conocido que bueno, o incierto, por conocer. El riesgo es un factor que cada vez se despeja más lejos de las ecuaciones audiovisuales. Se opta más por un regreso o una revisión que por añadir algo diferente y que pueda sorprender al espectador, especialmente en las cadenas generalistas en abierto. Ahora sería incomprensible que en TVE se decidiera cerrar una serie como Curro Jiménez tras dos años ininterrumpidos de éxito en el prime time dominical, entre 1976 y 1978, y recuperar un proyecto con su actor protagonista que fuera algo parecido pero a la vez muy diferente a la serie del bandolero. Curro Jiménez pertenece a aquel reducido catálogo de series que se rodaban en cine y que para los medios y posibilidades de la única cadena tenían carácter de superproducción. A finales de los 70 TVE apenas producía al año media docena (como mucho) de series de prestigio, miniseries, que se repartían por la escueta programación. El desarrollo vendría en los años 80 con el acuerdo de obligada cuota cinematográfica y ya muy entrados en los 90 se disparó el desarrollo de series con una renovación generacional y equipos más formados y preparados, en el contexto de la inicial competencia con las privadas. La explosión y el buen momento actual eclosionaría la década pasada con la aparición de las plataformas internacionales de streaming, que pusieron en escaparate el talento español de series.

Al hablar de Curro Jiménez y de su actor protagonista, Sancho Gracia, hablamos de tiempos artesanales y de creación de contenidos a ritmo de manivela. La sucesión a Curro Jiménez llegaría cuatro años después de la finalización del bandolero. Sancho Gracia, abuelo de Daniel Sancho, pendiente de sentencia en Tailandia, sólo tuvo dos series en los años 70 aunque ambas son memorables para los espectadores veteranos, la de Curro y la anterior, Los camioneros. Y entre ambas suman 65 episodios, lo que no daría ni para llenar un año.

Sancho Gracia con 'La máscara negra'
Sancho Gracia con 'La máscara negra' / RTVE

El público quería más historias con Sancho Gracia, cuando no había series de acción españolas, y la reacción en TVE fue de parsimonia y de un cúmulo colectivo de errores. De ese proceso de proseguir con Curro Jiménez sin hacer Curro Jiménez surgió una miniserie que se llamó La máscara. Bueno, terminó llamándose La máscara negra, para que no tuviera el mismo nombre que otras ficciones, y se iba a llamar El bastardo, pero se programó por entonces una serie británica con esa denominación que se optó por aludir al antifaz que llevaba el protagonista.

¿Por qué no copiamos El Zorro?

Por supuesto que eso de La máscara negra ya sonaba en 1981 como algo trillado. Se fue a lo fácil para relevar al bandolero (con lo fácil que hubiera sido proseguir, metiendo nuevos personajes si, por ejemplo José Sancho decía estar ya harto de El Estudiante). Se pensó en llevar a la pantalla un cómic nacional muy recordado por aquel público ochentero, El Coyote, de José Mallorqui. que ya tenía cerrado los derechos. Un héroe de papel de la posguerra con tono de western que era un calco de El Zorro. Y La máscara negra era sólo llevar a El Zorro a la España de la invasión napoleónica y que fuera testigo de aquel tiempo y paladín de la causa española. Todo muy previsible, pero el público estaría encantado con ver de nuevo a Sancho Gracia a lomos de un caballo, aunque fuera con sombrero castoreño y madroñeras, ambas prendas enlutadas a juego con el antifaz. El Zorro goyesco. Para crear el guion se creó un equipo, algo poco frecuente por entonces, con el creador de best sellers Antonio Larreta como firma principal y que ya había escrito una remesa de capítulos del bandolero.

Pero todo el proceso del bastardo enmascarado se embrolló en la preproducción y se encareció en la producción. Fue tan largo el rodaje que se tuvieron que hacer dos episodios menos de los previstos, sólo 11 (por entonces, Verano Azul también se quedaba en 19 por un motivo similar, número raros para encajar en una parrilla semanal) y cuando en vísperas del Mundial 82 apareció, al fin, La máscara negra, el público estaba agotado de esperar. Si además las primeras escenas a caballo son ya avanzado el primer capítulo, el tipo de la madroñera negra fue recibido con indiferencia y eso que entonces no existía el zapping. Hasta el caso de Mbappé no se había visto una máscara con tan mala pata. Aquí el irregular primer episodio:

La máscara negra es un buen ejemplo de aquella TVE donde todo podía estropearse a fuerza de ir poniendo obstáculos en todo momento. Para su tiempo ya fue una serie prescindible y sin Curro JIménez Sancho Gracia tenía menos ídem. De hecho para este Zorro castizo se pretendía dar mayor tono de ironía al personaje cuando Sancho salía a cara descubierta y se convertía en un afrancesado descreído, como sucedía con el héroe californiano. Carlos Zárate, el nombre del personaje ficticio, era un galán selecto que incluso podía tener su repunte amanerado lo que desconcertó del todo a la audiencia que pedía más bandolero y más algarrobos. Álvaro de Luna se sumó al proyecto para hacer de mameluco. ¿Pero esto qué es?

Ni a un productor ejecutivo pagado por un enemigo se le hubieran ocurrido por acumulación tantos errores de cálculo para que fracasara La máscara negra en tiempos de monopolio. Cuando aparece la serie, por cierto, Antena 3, está recién nacida como cadena de radio. Un cineasta lírico y con intenciones renovadoras como Antonio Giménez Rico se encargó de la mayoría de episodios (en 1972 rodó la serie Plinio, mucho mejor comprendida ahora ) junto a un joven Emilio Martínez Lázaro (sí, el de Ocho apellidos vascos, pero ha hecho muchas más cosas) y un realizador de la cadena, José Antonio Páramo.

El primer episodio de este enmascarado con poca fortuna relataba cómo el vividor Carlos Zárate llegaba a saber que su hermano Diego (Juan Ribó) era el jefe de una banda que resarcía a la gente necesitada desvalijando a los ricos y ajustando cuentas con los invasores. Cuando a lo Butch Cassidy tiene que escapar de un asedio el joven muere y su hermano esgrimista toma su máscara para que el personaje esperanzador no muera. Para contar esto necesitaron una hora y durante las diez horas siguientes Sancho Gracia remedia otras injusticias y adopta a una huérfana, interpretada por Nuria Gallardo. Una retahíla de actores de aquel momento pasaron como invitados por aquellas desangeladas peripecias de la máscara. Como actor recurrente también estaba Manolo Zarzo, que ya por entonces se antojaba veterano. El compañero de Lina Morgan en tantas películas como recuerda su reciente docuserie sigue al quite a sus 92 años.

El recordado Sancho Gracia, muy cuidado en TVE por ser además amigo del presidente Adolfo Suárez (que era el director general de RTVE cuando se encargó Los camioneros), no tuvo suerte en este empeño aunque su popularidad se mantenía por las continuas reposiciones de Curro y su panda. Fue desarrollado otros proyectos más prestigiosos y en la cadena pública aportó interpretaciones muy valiosas como la del asesino El Jarabo en La huella del crimen. Cuando quiso recuperar al bandolero ya en los 90 para Antena 3, el señor JIménez había perdido el sitio en la memoria colectiva. Jugaba incluso en su contra el recuerdo de esta Máscara negra que ya todo el mundo había olvidado. Visionarla ahora en RTVE Play es encontrarse con un yacimiento arqueológico que tiene su encanto aunque siga siendo tan fofa como cuando se estrenó en 1982.

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