Ignacio Valduérteles
Hacer los deberes o Milei en las hermandades
La estrella del momento
La autoexigencia le jugó una mala pasada a Cillian Murphy. El actor irlandés tomó nota de que no le volvería a pasar lo que le sucedía en el rodaje de la primeras temporadas de la serie Peaky Blinders. La serie de Netflix le absorbió toda su vida, fueron unos años en los que "no vivió", su vida se redujo "a cero" y no se lo perdonó a sí mismo.
El actor irlandés es el protagonista de Oppenheimer, la película de Christopher Nolan que de la mano de Barbie, cinta compañera-duelista, en un impensable tándem, arrasa en las taquillas. Murphy se muestra en su esplendor en un personaje de perfil complejísimo que navega por sus contradicciones, sus obsesiones y varias décadas en un ritmo que llega a ser desasosegante. Algo de sus experiencias personales las ha trasladado Murhpy en su interpretación del físico Robert Oppenheimer, considerado padre de la bomba atómica, e impulsor del llamado proyecto Manhattan durante la Segunda Guerra Mundial.
"Vuelves al apartamento de noche, te alimentas lo justo, memorizas las líneas del día siguiente, duermes lo que puedes, más bien poco. Te levantas temprano y de nuevo otro día de rodaje", resumió al periódico The Guardian este actor de 47 años que está casado y es padre de dos hijos.
Las grabaciones de Peaky Blinders, los gánsteres de Birmingham de hace un siglo (él es Shelby, de origen irlandés), se extendieron durante 36 episodios a lo largo de 6 temporadas durante casi nueve años, un proyecto de la BBC y Netflix que recayó especialmente en las espaldas de Murphy que decidió mudarse con su familia a Irlanda para que sus hijos regresaran a los orígenes de la familia. El rodaje de la serie en Liverpool lo tenía anulado así que el actor de Oppenheimer decidió que a partir de entonces estaría en su casa de Cork todo el tiempo posible. Si Hollywood le requiere toma un avión, pero nunca va a establecer su domicilio en California.
Para aguantar el ritmo que Cillian Murphy ha tenido durante estos años y no perder la cabeza y tener el ego controlado ha sido fundamental el apoyo de su esposa, Yvonne McGuinness, por su apellido claramente también es irlandesa, directora escénica que tiene 50 años, casados desde 2004 y novios desde un decenio antes. Lo que se dice una novia de toda la vida. Se conocieron en una gira teatral a principios de los años 90, con una obra llamada Disco Pigs. Algunos de aquellos compañeros de montaje siguen siendo los amigos de confianza de la pareja.
McGuinness es la persona clave en el desarrollo del éxito de Murphy. Ambos están encantados con que sus hijos, Mallachy (que tiene 18 años) y Carrick (16 años), se aclimataran en Irlanda e incluso hayan adquirido el acento irlandés aunque sus primeros años los pasaran en Londres.
"El equilibrio entre trabajo y vida en un actor es complicado. Tengo una esposa increíble y no podría hacerlo sin ella", ha explicado en distintas entrevistas. Su obsesión por hacer un buen trabajo en pantalla es a su vez similar a la que tiene por estar con su familia todo el tiempo posible. Para Cillian es fundamental que su esposa e hijos "le aten al suelo". La mentalidad de esta familia de Cork es aprovechar las grandes oportunidades del cine sin cambiar el ritmo de vida de una familia convencional, de cómo fueron las vidas de los padres del matrimonio. La fama es algo accesorio, pero no es el objetivo. Así lo resume el propio actor: "Mi vida no ha cambiado en estos años. Tengo los mismos amigos y con mi mujer vamos a los sitios de siempre". Su drama fue ver que podía perder sus raíces, una "no vida" a la que el actor del momento no quiso verse sometido.
Temas relacionados
También te puede interesar
Lo último
2 Comentarios