"Recomiendo comer a oscuras: los sentidos trabajan muy rápido"

Gordon Ramsay. 'Masterchef USA', en Cosmopolitan

El chef escocés está al frente de la versión del programa en Estados Unidos que ofrece cada tarde Cosmopolitan. Ramsay pide pasión y preparación.

El cocinero escocés Gordon Ramsay.
El cocinero escocés Gordon Ramsay.
Francisco A. Gallardo / Madrid

15 de noviembre 2013 - 05:00

Masterchef ha sido el programa del año en España y sus versiones foráneas no se han quedado atrás. Cosmopolitan emite de lunes a viernes a las 19.45 la edición estadounidense de Masterchef, que cuenta al frente con el escocés Gordon Ramsay, poseedor de 12 estrellas Michelín en sus locales alrededor del mundo, y que es el director y juez de este programa además de ser el encargado de Pesadilla en la cocina en el Reino Unido y Estados Unidos. Masterchef USA tendrá su cuarta temporada en enero y en la cadena temática española se pueden seguir las tres primeras tandas. Ramsay está acompañado en el jurado de un experto sumiller, Joe Bastianich, y otro aclamado chef, Graham Elliot. Cosmopolitan sirve este plato cada tarde.

-No le niego que usted impone, tanto en Pesadilla como en Masterchef ¿Cuánto hay de 'personaje' en esos programas?

-Yo soy pasional, porque la cocina va de eso, de la pasión. Es normal que des apariencia de temperamental y estricto. La buena cocina también necesita mucha presión. Y cuando cocinas bajo presión consigues la perfección y eso es lo que pretende Masterchef, retar a sus participantes con presión. De esa manera es aprenden a cocinar en situaciones extremas y llegan también a conocerse a sí mismos.

-No siente en verdad algo de ternura cuando juzga a estos aficionados a la cocina ¿no le evoca a sus orígenes?

-Por supuesto que me recuerdan mucho a mí en mi primer día en el restaurante Guy Savoy en París, donde me pateaban el trasero cuando volcaba latas o se me pegaba el helado. Ahí entendí que hay que cometer errores para aprender. La primera vez que se comete el error no pasa nada, siempre lo perdono. La segunda me pongo un poco de mal humor, porque ya que no hay excusa. La tercera... Así que recomiendo cometer errores, aprender de ellos y no volver a cometerlos nunca.

-¿Hay que tener una cualidad natural para llegar a ser un buen cocinero?

-Sí, como para ser futbolista, periodista, escritor. Un cocinero tiene un don natural, y eso es exactamente lo que Masterchef ha mostrado. La cocina no es sólo una distracción, es una gran pasión que te hace alcanzar el séptimo cielo.

-Por tanto, algunos de los mejores cocineros del mundo están en sus casas, haciendo los domingos una paella...

-Gran plato, por cierto, si se hace bien. Muchos cocineros amateurs han desarrollado el ingenio y la creatividad al máximo y pueden convertirse en verdaderos masterchefs. Este programa, en Estados Unidos o en España, busca a ese tipo de cocinero, que deja su casa y trabajo para profesionalizar lo que era su afición de hacer paellas, y mucho más.

-¿Se aprende, o hay que venir 'aprendido' de casa?

-A medias. El programa simula una realidad profesional y eso ya es una buena fuente de aprendizaje. Los concursantes tienen libros, nuestro acceso directo... es inevitable no sentir una debilidad hacia uno de los concursantes. Cada uno de los jueces tenemos nuestro propio estilo y nuestra técnica.

-Para los que se presenten en España ¿qué consejo daría a un aspirante?

-Practicar y mejorar día a día. Lo mejor es esto: pedir a un amigo, a un familiar, a la novia, que nos cocinen algo sencillo. Unos macarrones con salsa boloñesa que pueden ser impresionantes ¿por qué no? Asegúrate entonces de que no sabes lo que te han cocinado, ponte una venda en los ojos y empieza a probar, ingrediente por ingrediente, con los ojos cerrados... De esta forma se desarrollan el resto de sentidos y junto a la identificación de sabores y texturas se produce un contraste extraordinario. Yo con mis cocineros profesionales lo hago. Cuando llegan a Claridge's (su restaurante en Londres) cenamos en la oscuridad y comemos tres o cuatro cosas, luego tienen que memorizar los platos y escribir sobre esos sabores. Si no consiguen averiguar el 80% de lo que han comido entonces no deberían de poder cocinarlo. Ese tipo de pruebas aumentan la confianza en un amigo, un socio… Lo practico con mi esposa y resulta ser un juego muy sensual y divertido. Recomiendo a todo el mundo comer con los ojos vendados: los sentidos trabajan muy rápido.

-¿Qué lección deberían sacar los espectadores con Masterchef?

-Sobre todo que con la simplicidad de unos pocos ingredientes, de calidad y auténticos, se pude hacer un plato fantástico. La combinación de cuatro o cinco ingredientes se vuelve mágica, porque con ocho, nueve o diez se puede convertir en una confusión. En el mundo profesional se usan más de 15. También me gusta que el espectador se involucre tanto que después de ver el programa se diga: "yo puedo hacer eso" y lo acabe haciendo en su casa. Ya puede tratarse de una ensalada perfecta, una salsa para una pasta o un maravilloso pollo parmesano. Pero siempre esa cocina debe estar bien hecha, con clase y buen gusto.

-¿Qué diferencia a Masterchef de otros programas? ¿qué le convierte en un éxito?

-Creo que es la combinación de presión y adrenalina orientada de una manera muy positiva. Es todo un largo camino a recorrer y los concursantes son muy importantes. Ellos son los que salen de su trabajo normal y entran en los dominios de una gran cocina para conseguir un premio de 250.000 dólares. Es un programa competitivo, es cierto, por supuesto, pero es también divertido y toda una aventura. Cuando se trabaja tan duro también hay que liberar un poco de tensión, y eso es lo que hacemos también.

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