"El Príncipe nos veía todas las semanas junto a su madre"
Mayra Gómez Kemp. Presentadora
La Academia la distinguía anoche. Con Mayra tenemos al 'Un, dos, tres' en el estante de los buenos recuerdos.
Le seguía dando vueltas hasta última hora sobre qué quería decir anoche a los compañeros de profesión y a tantos espectadores que compartieron con ella el Un, dos, tres y también 625 Líneas o Sabadabadá. Mayra Gómez Kemp recibía ayer el Premio a Toda una Vida de la Academia de TV. Un galardón que reconoce a una figura que está en la memoria colectiva y a un estilo de renovar la televisión hacia los tiempos actuales.
-Es un premio a toda una vida, pero condense en unos segundos lo que supuso esa vida en la TV.
-Me tendría que quedar con la primera vez que bajo las escaleras del Un, dos, tres… La gente en casa me estaba viendo a mí, pero de reojo yo estaba viendo a unos cincuenta profesionales y directivos, reunidos, examinándome en ese momento... A ver si me rompía la cara rodando por las escaleras o no.
-Kiko Ledgard, su antecesor en el programa, dejó el listón muy alto. En 1982 lo tuvo difícil, aunque pareciera que usted estaba ahí desde el primer momento.
-Sí, me estaban examinando con lupa. Me incorporé al programa deprisa y es verdad que todo parecía entonces muy complicado.
-Pasarán las generaciones y la gente en España seguirá diciendo "...y hasta aquí puedo leer".
-Fue una cosa del primer programa. Las tarjetas no estaban terminadas. Había unos puntos suspensivos donde debía parar y en ese momento dije, ya para siempre, "y hasta aquí puedo leer". Me había incorporado sólo diez días antes.
-El futuro Rey era fan suyo.
-Me dicen que el Príncipe nos veía todas las semanas junto a su madre.
-El Un, dos, tres lo dejamos en la repisa de los buenos recuerdos. Aunque Chicho lo intentó con poca fortuna en este siglo ¿Podría rescatarse aún?
-Yo soy de las que opino que todo lo que tuvo enorme éxito en su momento después no vuelve a funcionar. Cuando los recuerdos son agradables se agrandan y es lo que le pasa a este programa. Creemos que la gente era más alta, más guapa. Para recuperarlo de verdad habría que hacer otro programa y entonces ya sería el 4,5,6; no el 1,2,3.
-¿Cuánto hemos cambiado desde que usted llegó a España hace cuarenta años?
-Muchísimo. Esto es otro planeta. España ha mejorado mucho, es más igualitaria, más justa, no existe la censura de otros tiempos. Yo no podía ponerme un escote...
-Usted fue inmigrante, pero se siente española como la que más.
-Por supuesto. Y siempre me he sentido muy bien aquí. Yo a su vez soy nieta de emigrantes de Galicia y de Canarias en Cuba y en Florida. Mi abuelo era militar y nació en El Ferrol...
-Su debut en la tele, muy pequeñita, fue con los Aragón.
-Tenía dos años y los Aragón triunfaban en la televisión de Cuba. Mi madre me llevó al plató.
-Si Emilio Aragón hubiera debutado en el Un, dos, tres de 1982 en lugar de usted, la historia de la TV española sería al menos distinta.
-Y eso sería ciencia ficción. Emilio era muy joven entonces.
-Ding, dong, que usted presentó con Pajares, es bisabuelo de Masterchef. La censura se lo cargó diciendo que no gustaba al público.
-Fue injustamente tratado. Nos adelantamos treinta años. Los programas de cocina necesitan cocinarse a fuego lento.
-Elija entre José Antonio Plaza e Ibáñez Serrador.
-No puedo. Plaza con 625 líneas, Ding Dong o Sabadabadá tuvo la visión de confiar en mí y convertirme en presentadora. Y con él fui la primera voz matinal femenina de la radio en España, con Viva la gente. Y con Chicho hice el doctorado.
-¿Cómo está Chicho Ibáñez?
-Pachucho. No tiene nada que ponga en riesgo su vida, pero no quiere que le vean en su estado.
-¿Y usted?
-Después de la última ITV, muy fuerte y bien. Con mis proyectos.
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