Pedro Sánchez y las llaves que nunca iba a dejar a Pablo Iglesias, en 'El Hormiguero'

Juegos en Antena 3

La última presencia del presidente del Gobierno en el programa de Pablo Motos parece tan anterior como si hubiera hablado de los tiempos de Cánovas del Castillo

La Opinión de francisco andrés gallardo | Nada más lejos que 'Borgen'

Lo de Pablo Motos no tiene mucha gracia

Pedro Sánchez en 'El Hormiguero' en 2016
Pedro Sánchez en 'El Hormiguero' en 2016

Cinco días antes de las elecciones generales de 2016 el líder del PSOE y de la oposición, Pedro Sánchez, visitaba El Hormiguero. No lo volvería a hacer y reaparecerá con Pablo Motos dentro de una semana, el 27 de junio, tras las quejas del programa de Antena 3 en anteriores campañas electorales. A falta de debates semanales tanto el presidente del Gobierno como el líder del PP, Feijóo, irán a divertirse a El Hormiguero. Hace lustro y medio los políticos iban más, porque garantiza escaparate en el prime time. Es una oportunidad única, el público dejó de confiar en los políticos que hablan mucho en los informativos.

Sánchez, cuando acudió la última vez a Pablo Motos, era virginal y parecía utópicamente pragmático. Un tipo fresco, cara guapa, que no caradura y la prueba definitiva fueron con los maniquíes de los líderes a tamaño real sobre los que debía opinar adjudicándoles responsabilidades. Algunos son ya tan anteriores, como los baluartes de la llamada Nueva Política, Rivera e Iglesias, que parecen coetáneos de Castelar y Cánovas del Castillo.

El juego de los carteles de Pedro Sánchez en 'El Hormiguero'

Esta prueba de los carteles, de las llaves, matarile rile, era una oportunidad que daba Motos para rematar de cabeza. A fin de cuentas los muñecos no tienen opinión. A Pablo Iglesias su futuro socio Pedro Sánchez le colocó el cartel de que nunca le iba a dejar las llaves de casa si se iba de vacaciones. Por si hacía una fiesta.

A otra desaparecida ya como Angela Merkel el futuro presidente le permitiría que se encargara de la cuerda. Pero no de ponérsela al cuello, sino a la cintura para hacer puenting. "Una mujer de palabra", estimaba.

Ojo, Pedro Sánchez decidía irse de fiesta con Susana Díaz: "me he tomado alguna cerveza con ella (por Sevilla) y tiene su punto". Su enemiga dentro de las filas sólo daba para un cachondeo. "Todo bien", decía sobre el ya extinto susanista.

Con el Rey estaba dispuesto a compartir piso, porque seguro que lo conseguía que fuera grande.

Para planear un atraco le regalaron el cartel para ponérselo a Donald Trump. Y para contarle los problemas, Rajoy, porque "mi problema es él". No lo sabían bien ambos entonces, dos años antes de la moción de censura.

"¿Y con quién montarías un negocio a medias?", preguntaba Pablo Motos en el remate de los carteles. "Con (Albert) Rivera, que fue autónomo", repsondió Sánchez. Qué tiempos. Con Rivera no, con Rivera no.

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