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Medio siglo de peluche en 'Barrio Sésamo'

El programa infantil de la televisión pública estadounidense cumple este lunes 50 años en antena con su vocación de formar e inculcar valores de solidaridad

Los personajes principal del 'Barrio Sésamo' estadounidense / PBS

En la televisión (ya conectada a internet) tan desperdigada en contenidos un formato como Sesame Street sigue siendo una herramienta de formación y transmisión de valores. En España sería necesaria su presencia, cuando los canales infantiles de la TDT apenas son una sarta de animaciones y anuncios.

La PBS, la televisión pública de Estados Unidos, vive el cumpleaños más feliz de su programación. Barrio Sésamo cumple este lunes 11 de noviembre 50 años, con el presupuesto algo recortado pero con todas las ganas de seguir contando, renovando y manteniendo su misión de llevar a los pequeños espectadores los consejos para ser mejores personas. El proyecto de Children’s Television Workshop (CTW) sigue en forma y la esquina neoyorquina de la productora lleva el nombre del veterano espacio, cuatro años mayor que nuestro permanente Informe Semanal.

El programa de las marionetas de Jim Henson nació como un vehículo contra el racismo tan lacerante en Estados Unidos en 1969. En sus segmentos convivían niños blancos y negros, orientales, hispanos. El detalle mas básico: Epi representa a una naranja, sería un afroamericano, un latino. Un ser dulce, animado, carcajeante, algo anárquico. Porque nadie es perfecto ¿verdad? Blas representa a un limón, un tipo caucásico tal vez de orígenes nódicos y gélidos. Agrio, cascarrabias y cuadriculado.

Epi y Blas

Pero Epi y Blas, Ernie y Bert, tan diferentes, conviven bajo el mismo techo, se toleran y se quieren mucho. Sesame Street en el amanecer de unos años 70 llenos de conflictos, quería inculcar a los niños cómo era posible la convivencia y la amistad por encima de las diferencias. Y todos lo aprendimos de ellos. Aceptamos a Epi, a Blas (creados por el artesano Don Sahlin, nunca fueron pareja, son asexuados, eran Leonard y Sheldon de felpa) y a gente inadaptada que se engollipaban con galletas e incluso vivían en cubos de basura.

Jim Henson y Frank Oz (el director de la pionera película Cristal oscuro) trabajaron con la cadena pública estadounidense, la PBS, para crear hace medio siglo este universo de trapo donde se contaran historias con mensaje. Y qué mejor que una panda de seres diferentes, unos monstruos, que convivieran con la gente de la calle. Personajes desgarbados capaces de sentirse superhéroes, como Coco; que se dedicaran durante la eternidad a contar (como el conde Draco, Count von Count; los vampiros, dice la leyenda, se entretienen contando cosas); que trasladaban sus dudas a los niños, como la rana Gustavo (Kermit, el peluche favorito de Henson), precursor de los reporteros de España directo. O que se aceptara como vecino a un niño punky de dos metros de alto que se llamaba Espinete y que vivía en una chabola en un barrio español cerca de don Pimpón, otro monstruo antropomorfo, de orígenes hippies.

Espinete y Don Pimpón / RTVE

Sesame Street cumple este lunes 50 años y seis temporadas después aterrizó en TVE aunque ya hace tiempo que no vemos a sus habitantes tras haber recalado hace diez años por las mañanas de Neox. Llegaron a España con el nombre de Ábrete Sésamo, dentro de Un globo, dos globos, tres globos. Se estrenó en octubre de 1975, un mes antes de marcharse Franco a Cuelgamuros.

El programa de las marionetas, las animaciones y las canciones pegadizas traía de la mano el conocimiento, la solidaridad y la fraternidad. Menuda alternativa para un 75 crítico. Los adultos estaban enfrascados en otras preocupaciones mientras el cejijunto mago Arístides invocaba el sortilegio de “al rico helado de piña, para el niño y la niña”, para pasmo del presentador estelar ideal, Pepe Sonrisas, antecesor de Roberto Leal.

Cuando los directivos de aquella TVE tan facha se percataron de la programación infantil entre otros caídos por la patria estuvieron estos muñecos estadounidenses surgidos de una comuna.

En 1979 regresó el programa a las tardes, ya como marca propia, Barrio Sésamo, con España en libertad y una gallina ingenua y espigada, Caponata (versión española de Big Bird) charlando con un caracol verde, Perezgil, y la sintonía de July Murillo que urgía a los niños a sentarse ante el televisor. Dentro de Caponata estaba la recordada Emma Cohen. Pero no terminó de funcionar. Hubo que cambiar por personajes más próximos y vivos en 1983, medio año después de la primera victoria de Felipe González. De ahí surgió Espinete, compartido con Israel (Kipp Ben Kippod), porque al artesano Kermit Love no le entusiasmaba el encargo de TVE de hacer un águila imperial gigante. Arcertó con el puercoespín rosa (animado por la dobladora y actriz Chelo Vivares), que en Oriente Medio siempre fue vestido con un peto.

Barrio Sésamo era un improbable rincón sin desempleo ni desahucios donde Chema el panadero, Antonio el del bar y Julián el quiosquero de las caretas compartían coreografías con aquel peluche hocicudo incapaz de mover los ojos y el brazo izquierdo. Esta barriada obrera vista a través del cristal de casa se convirtió hasta 1988 en la vida paralela para los menudos espectadores españoles que terminaron décadas después instalados en la casa de Gran Hermano.

La actual pandilla principal de 'Sesame Street' / PBS

Si hubo un espacio inteligente sin fisuras en la parrilla española fue este infatigable formato estadounidense donde los niños descubren cifras, sílabas, conceptos como arriba y abajo y, con mucho humor, reconocer a un amigo por encima de los defectos. Su labor de medio siglo está en nosotros mismos.

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