'MasterChef': tonteo al alza, sensatez con inmunidad
Crónica del martes 8 de junio
Fran sigue siendo la esperanza para redimir esta edición llena de egos y gente antipática. Dani fue el eliminado cuando la vehemente María volvió a quedar al filo de la ejecución
La cuadrilla de aspirantes de MasterChef cada vez irrita más como conjunto y hay participantes que con el ego saliéndoles por las amígdalas están al límite de lo insoportable, como la repescada manchega María, soberbia por cada centímetro cuadrado de palabra que pronuncia, creyéndose más favorita de lo que es, o el sabihondo de Arnau que sigue diciendo mucho más de lo que realmente hace. Qué tiempos cuando creíamos que la infantiloide Ofelia era la que chirriaba en este plantel.
Lo del tonteo en MasterChef ha ido a más en cada edición (qué le gusta una seducción a Jordi Cruz) pero a estas alturas parece que el programa va más de ligar que de cocinar, como si fuera uno de aquellos programas de Andoni Ferreño en Telecinco. Ofelia a fuerza de insistir con el médico murciano José quieren convertir su tensión sexual infantil no resuelta en un ingrediente más del cocido. El cardiólogo imprevisto ha perdido expectativas con las semanas. Estar en MasterChef te hace mejor y a veces, como sucede en este caso, te va echando a perder. Y la culpa sólo la tiene el médico consigo mismo.
Para salvar al grupo (y al concurso) hay tipos como Fran, el camarero de Cuenca, que obtuvo el pin de la inmunidad con un menú para servir en un tren donde primaba el sentido común del joven de la mirada desbordada. El destino le privó tener un buen pelo, pero le ha reservado tener buena voluntad y convertirse en ejemplo para los demás.
El eliminado de la noche de fue el vasco Dani, por añadir el dato final de cada gala, y se le veía venir la derrota porque tampoco es de esos participantes a los que se les viera la evolución y parecía más preocupado en sostener tiranteces que en mejorar. Cayó por un desastre en la prueba de tarta nupcial que debían recrear en la eliminatoria.
El eliminado decidió repetir el bizcocho y con la base caliente ya era imposible aplicarle coberturas y rellenos. Eso salvó a María, con otro desastre cosmético aunque su tarta era comestible, según el jurado.
Toni, otro de esos participantes que va sobreviviendo sins saberse cómo, estuvo a punto de marcharse cuando comprobó que no le había agregado al azúcar a sus masas. Hay olvidos que ni por los nervios y las premuras se entienden.
Y, volviendo sobre, Fran. Sus imprevisibles gritos de ánimo son ya épicos.
En esta prueba quien destacó fue Ainhoa Arteta. Eh? Sí, la soprano regresó para mostrar su esmero y habilidades, además de brindar su ratito lírico.
Frente a la irritante María, la oriental Jiaping no se queda atrás y se ha ganado una enemiga en la manchega al adjudicarle la tarta de más difícil preparación.
La empresaria de origen chino salvó a su equipo en la gritona, demasiado gritona, prueba de exteriores (fuera del plató pero en una cocina claustrofóbica) en el local del talaverano Carlos Maldonado, que con Raíces se ha convertido en el primer ganador de un MasterChef en todo el mundo que se ha ganado una estrella Michelin.
María, que quería ejercer de capitana, llevó a los suyos a la perdición y Jiaping consiguió llevar el barco de locos a buen puerto.
Para analizar toda la panda, nos restan Amelicious y Meri, las dos tapadas, van teniendo un perfil bajo en los últimos programas para llegar a la recta final en las mejores condiciones, aguantando.
Frente a la vehemencia vocal de María a su lado parecen diplomáticas suizas y están llamadas a estar en la final con Fran más algún que otro superviviente con más malicia que podría ser la mismísma Ofelia en cuerpo y alma rechinante.
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