Francisco Andrés Gallardo
Las exclusivas de 'El Hormiguero': ¿busca 'La Revuelta' la bronca que necesitaban?
Crónica de la gala del martes 27
El jurado jugó con cierta trampa de mantener en MasterChef al concursante que puede dar más juego en el futuro y salvó a Gonzalo Miró, quien arriesgándose a no ceder el pin de inmunidad se quedó en el foso de la prueba eliminatoria y elaboró un brownie más seco que el ojo de Benito. Los colocados ante la expulsión deberían elaborar un postre sin recurrir al azúcar y en esa prueba, nuevamente, brilló Josie, cada vez más estrella de la edición y no sólo por sus efluvios, jadeos y modelos incluidos plumíferos de cabaret.
El experto en moda iba a celebrar su éxito de haber dirigido al equipo ganador en la prueba de exteriores, se sentía confiado, y el programa le tenía reservado el momento Andy de la edición. De hecho hasta el antipático abogado de la anterior edición estaba presente en el plató cuando se le puso a Josie en el dilema: debía cocinar en la eliminatoria o si se salvaba condenaba a sus compañeros ganadores a la prueba de eliminación.
"Malvado, eres muy malvado..."
Andy en su momento corrió escaleras arriba para salvar su culo, la opción pragmática, y el estilista, siempre dando lo Máximo Valverde, optó por la decencia: resignarse al sacrificio, reconociendo además el esfuerzo de quienes bregaron con él en Cáceres como Celia Villaloboos, que ya parece de Ciudadanos, templando el genio. Ya incluso no rechista.
Hubo hasta intento de plantón ante el gesto de Josie, pero el vestidor de la Pedroche se quedó de nuevo en el foso, para seguir demostrando su pericia. Es personaje, da espectáculo y es ejemplar. Hasta da consejos para que Pepe Rodríguez mejore en su papada encorajinada. No se puede pedir más a quien lleva soibre sus hombros el aliciente mayor de este programa.
Josie elaboró una copa de texturas con crema de mango que lo convirtió en el mejor de la eliminatorio junto al siempre hacendoso Nicolás Coronado. Ambos están llamados a batirse en duelo.
Ainhoa Arteta, más revoltosa que la de la zarzuela, se la jugó tras haberse enfadado en Cáceres con Jordi Cruz al que terminó morreando porque la soprano además de venir a la vida a cantar vino a besar. Y también a llorar mucho. Cada gala la termina como un hojaldre de Astorga.
Su beso forma parte ya de las portadas de las revistas. Jordi Cruz llegó a tambalearse en su veredicto final, rojo por el repaso bucal de Arteta, a la que las distancias y precauciones de la pandemia le interesan menos que versionar a King África.
¡
La que dijo adiós anoche, Laura Sánchez, se lo tenía en parte merecido no porque la onubense sea negativa o cocinera poco aplicada sino porque su trayectoria ha sido un continuo fluir de nervios e inseguridades. Se nos antoja que ha llegado en MasterChef demasiado lejos.
De hecho le pasa lo mismo a La Terremoto de Alcorcón, pero el abalorio andante, pese a sus fullerías, siempre es capaz de salir adelante.
Laura tuvo que ser sacrificada con cierta injusticia para que Gonzalo Miró no cayera por deméritos propios. Se salvó por los pelos con todo lo calvo que es. Y a veces presuntuoso. No lo hace mal cuando quiere y aún tiene dos días más porque el pin no lo volverá a arriesgar más.
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