¿Por qué en 'El Hormiguero' se exceden de cariño con Will Smith?
Ayer vino a divertirse...
El actor estadounidense regresó a su programa favorito tras aquel episodio del guantazo a Chris Rock en la gala de los Óscar
Will Smith reaparece al cabo de dos años de su bofetón y actúa ante su mujer
A Chris Rock aún le duele la 'guantá' que le pegó Will Smith
Will Smith no sabe hablar español, pero desgrana unas cuantas frases tipo "Pablo qué guapo eres" de piropo de turista bajo el síndrome de Stendhal o bajo los efectos de Don Simón. Un guiri simpático que nunca pone mala cara. La mala cara se la puso a Chris Rock, en lo que debió ser la gran noche de Will Smith, de eso hace ya dos años que parecen un par de generaciones atrás. Desde entonces fue expulsado del paraíso de los Óscar y su estampa va penando cuando lo vemos bajo demanda o en las reposiciones. Y ahora reaparece vivaracho, expulsando aquel demonio que se le sobrevino por un mal chiste pero es como si le viéramos por el dobladillo su vergüencita que le persigue después de que la armó para arrojarse medio continente de tierra encima.
Smith debía volver algún día a El Hormiguero, que para eso es el lugar donde mejor le han tratado siempre, a sincerarse con su compadre, qué digo, compadre, "surmano" Pablo Motos. Estaban encantados, con toda la razón por supuesto. En el ecosistema de aplausos de las noches de Antena 3, que inflan la autoestima como los bidones de Monstruos S.A., Will halló su cobijo y su calorcito, pedazo de monstro. Con Motos está en la gloria y el valenciano está en las nubes, sobrevolando a los haters, que le muerden en los tobillos y en el talón de Aquiles.
En noches como la de Will, su novena luna al final de la calle Alcalá, El Hormiguero pastelea demasiado. Todos son efusiones supinas y adjetivos sonrientes como cuando aparecían por casa las visitas de collares de los domingos. Como una clienta en el banco de Atraco a las tres.
A las once y algo de la noche, al filo del Telediario 3, se marchó el de Hollywood, después de promocionar su película y al fin abrazar a Pablo Motos. Pero para que se les cayera la casa de Buster Keaton, en un homenaje al gag (había truco de Física: el ventanal estaba arriba de la casa, así que la caída libre es más precisa). Cuando aparece Will Smith por el salón de Motos tiran la casa por la ventana. Se trajeron a un tipo que monta circuitos de bolas que terminan diciendo "totus tuus, Will" y conjunciones químicas en spray para que saltaran por los aires bidones de plástico. Todo a cámara lenta, claro. Al señor Smith sólo le faltó anoche que le tocara la chochona, pero con los haters que tiene El Hormiguero le afearían el nombre y el regalo.
Pero a Will Smith hay que hacerle los honores por los servicios prestados, por su veterana amistad cuando las estrellas americanas que solían pasar de largo por los programas españoles, y porque abrió la puerta a los demás que aparecen por aquí cuando salen en todas esas películas que aún aguantan en las carteleras.
Además, esos números espectaculares, donde a Will le montan el Quimicefa Deluxe para que ponga cara de asombro, terminan siendo comentados en medio mundo, son momentos tomados por los programas estadounidenses y son momentazos virales en instagram, en tiktok y en la casa del primo de Ohio. Hay que pelotear mucho a Will Smith, ahora que parece que ya no nos hace tanta gracia y le hemos visto algo de cartón. Hay que pelotearle porque, sobre todo, se lo merece. Y a los espectadores habituales de El Hormiguero les parece bien. También nos teníamos que reír con los comentarios de la tía Sagrario, que para eso era la que llevaba el papelón de dulces los domingos.
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