Gil, y tal y tal. Retrato en la HBO

Desbordado y en apariencia generoso hasta desbordar a los demás, todo en Jesús Gil era excesivo. Era su atracción, su forma de llevar al huerto a los demás. Ya fuera a través de los negocios inmobiliarios, la pasión futbolera y, como culminación, la estratagema política para embaucar a miles de votantes de la Costa del Sol, nido de intereses supremos y hoguera de vanidades bien remuneradas.

Trump o Berlusconi serían sus compañeros de pupitre.

El Pionero es más que un retrato de la cáscara de Jesús Gil, el tipo de tal y tal, imperioso, presuntuoso y de una franqueza premeditadamente vulgar. HBO rescata desde hoy la figura de aquel alcalde, supuestamente independiente, de la Marbella de los años 90 tras remontar desde los 58 muertos de Los Ángeles de San Rafael.

No estamos ante una serie de ficción, sino un trabajo documental de cuatro entregas sobre una figura que está aún vigente, no sólo por su envenenado legado urbanístico, sino también por su forma de hacer política con megáfono televisivo y autobombo al filo de la caricatura, además de que sus herederos aún campan por los despachos.

No es sólo el Gil de la Operación Malaya y de los conflictos con su cuervo JuliánMuñoz (que aprovecha de nuevo para salir por las cadenas).

Para el director de la serie, Enrique Bach, esta revisión de Gil y Gil se ha acometido porque está vigente. Adelanta el mundo actual de tuiteros soeces, su política y esta sociedad española encantada con las sobreactuaciones, que ha normalizado los extremismos.

“Fue pionero en el desarrollo urbanístico en las afueras de Madrid en los años 60; y reformó el modelo de los clubes de fútbol" (en la foto con el entonces presidente madridista Ramón Mendoza), agrega Bach para ensanchar el retrato biográfico de este soriano que terminó por controlar la Milla de Oro marbellí mientras conducía al Atlético de Madrid en un vagón de la montaña rusa.

Juristas y periodistas intervienen con sus testimonios en El Pionero, como Paulo Futre, icono del gilismo atlético, o la que fuera némesis y después cómplice, Isabel García Marcos.