'El Caso Arny', falsas acusaciones a homosexuales y una TV inquisidora
Caza de brujas
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La implicación de famosos como Jesús Vázquez, Jorge Cadaval o Javier Gurruchaga convirtió el caso Arny, a mediados de los 90, en un “circo mediático” y “una caza de brujas” sobre los cuales la docuserie Arny, historia de una infamia, que se estrena el viernes en HBO Max, busca arrojar luz para dejar en evidencia los fallos del sistema sobre aquel pub sevillano que fue eje de presuntos abusos de menores y, sobre todo, falsas acusaciones.
"Tanto la actuación policial como la justicia y los medios de comunicación dejaron mucho que desear", afirma Juan Moya, director de la serie, que propone todo un examen de conciencia en torno al caso de prostitución de menores que sentó en el banquillo a 49 acusados, de los que 33 fueron absueltos y solo dos fueron a la cárcel, el dueño y el encargado del pub Arny.
Cuando Moya y su equipo de Cuarzo Producciones empezaron a investigar se acababan de cumplir 25 años del caso y constataron que, al hablar de ello, mucha gente recordaba más el escándalo que la sentencia o la falsedad de muchas acusaciones.
El llamado testigo número 1, que años después acabaría en la cárcel con un historial de drogas y homicidios, se retractó una vez finalizada la instrucción, denunció presiones policiales y dijo que todo fue un montaje del jefe del grupo de menores de la Policía Nacional de Sevilla. Otros testigos siguieron el mismo camino.
"Aquí hubo unas víctimas que jamás fueron resarcidas ni se les pidió perdón y vivieron un autentico calvario", subraya Moya. Jesús Vázquez es el único de los famosos que ha participado en el documental. "Fue tal el dolor que provocó que 25 años después la herida sigue abierta", señala Moya.
La implicación policial
Quien sí da la cara es Carlos Saldaña, el dueño del pub Arny, condenado a 33 años de cárcel, y que apunta en el origen de este caso a un posible ajuste de cuentas por el impago de una deuda que él tenía pendiente "por otros negocios", en el que implica a la policía sevillana y que, a su juicio, “se les fue de las manos”.
Aunque espera que el espectador saque sus propias conclusiones, el director de la serie considera que esa es la hipótesis “más solida” acerca de lo que había detrás del caso Arny y cree que a partir de ahí se generó "una bola de nieve que nadie pudo parar".
"Saldaña reconoce que las tragaperras eran en ese momento un negocio millonario y que en Sevilla había una serie de tiras y aflojas entre asociaciones delictivas para llevarse las licencias, algo que derivó en el caso Guerra más tarde", señala el director.
El dueño del pub también muestra en el documental el informe policial en el que se le describe como "maricón, depravado y muy inteligente para los negocios sucios", como ejemplo de la homofobia que también alentó el caso.
Ventura Rico, hijo del juez de menores Manuel Rico, acusado y absuelto, y fallecido en 2013, lamenta en la serie la actuación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), que cesó a su padre debido a "la alarma social"; dice que fue "un error terrible", ya que "fallaron en su obligación de defender la presunción de inocencia".
También critica la "ineptitud" de la jueza instructora, María Auxiliadora Echávarri. "Sin su instrucción chapucera, nada de esto habría sido posible", señala.
La docuserie apunta asimismo contra los medios de comunicación y, en especial, los programas de madrugada como La sonrisa del pelícano de Pepe Navarro o Crónicas marcianas, de Javier Sardá, dispuestos a todo para conseguir audiencia. Y recuerda que ya entonces trascendió que los testigos protegidos, menores en situaciones precarias y en ocasiones con historiales de drogadicción y delincuencia, llegaron a vender entrevistas y a cambiar sus declaraciones a cambio de dinero.
El caso Arny salió a la luz a comienzos de 1996 y, al tratarse de un caso con menores implicados, se impuso un secreto de sumario que alentó todo tipo de especulaciones una vez que se conocieron los nombres de los imputados.
Aunque la sentencia absolvió a 16 personas de las acusaciones, todos quedaron marcados para siempre. Andrea Olivas, productora, asegura que el enfoque de la serie es opuesto al sensacionalismo. “Ya cesada la vorágine, hemos pretendido verlo desde la calma, con profundidad y con perspectiva y apostar por una sociedad más tolerante y reflexiva”.
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