Canal Sur y la permanente provisionalidad
Un sexenio de declive
Joaquín Durán cumple 6 años como director general interino y supera el tiempo que habría estado si hubiera sido confirmado por el Parlamento
Como ha sucedido con otras interinidades, la provisionalidad de Joaquín Durán como director general en funciones es eterna. Durán es eterno y se hace eterno. Se cumplen 6 años de su llegada a la dirección, relevando a Pablo Carrasco, que dimitió el 12 de marzo de 2013 sin cumplir su período por el que fue nombrado por la mayoría del Parlamento (y sin el respaldo del PP), tras cambiar la ley audiovisual autonómica. Su sucesor, sin los parabienes del consenso ni fijarse a las exigencias políticas que corresponden a su cargo, no sólo le ha superado en el tiempo sino que sigue y sigue y sobrepasará con creces los 6 años que contempla la legislación ante la parsimonia del nuevo gobierno.
En el caso de Durán, que cobra más que el presidente de la Junta, se asió a la poltrona de manera temporal sabiendo que aprovecharía una prolongación sine die ante un domesticado consejo de administración, aparcamiento de prebendas disfrazado de comité, sin renovarse, sin la presencia de Podemos y un aterido Ciudadanos, y donde el mayor beneficiado durante años, por exceso de representación ha sido... el PP. El mismo partido que tiene en sus manos la regeneración en una RTVA donde siguen cobrando fuerte los mismos: los directivos y las productoras de ex directivos.
Esta situación de cortoplacismo e interinidad perjudica a la larga a una valiosa corporación pública, sin horizontes definidos y perdiendo criterios de compromiso. Esa interinidad ha venido a ser un paraguas para la cúpula de la casa, el entorno de Durán, y de paso para la plantilla de 1.460 empleados, con sus puestos de trabajo garantizados, cumplan o no. Una situación interina perpetua que termina primando más a los que menos rinden. Lo típico en estos 30 años.
Las cuentas, lo mejor
Entre los puntos a favor del interino Joaquín Durán se encuentra esa estabilidad económica, la paz social, que era el único requisito que en el fondo le preocupaba a la presidenta Díaz. Para eso se trazó un contrato-programa trienal, renovado en una ocasión, por el que la Junta aporta anualmente 138 millones de subvención, suficiente para encarar la crisis publicitaria. Canal Sur no ha podido rentabilizar la eliminación de publicidad en RTVE y ha venido criticando las leoninas condiciones del mercado desplegadas por las dos grandes privadas, que vienen a ocupar el 80% de la tarta publicitaria.
Para pulir los números rojos de sus 163 millones de presupuesto la RTVA ha optado siempre por apretar a las productoras externas. Las que cobran con holgura son las empresas más afines con más margen presupuestario y respaldo que otros proyectos menores. El resultado en este caso es el afianzamiento en la precariedad de todo el sector andaluz y la parálisis creativa. El talento audiovisual andaluz tiene que emigrar mientras en Canal Sur siguen los mismos (en la plantilla y en las productoras), cada vez con más años y también con menos espectadores.
El mayor temor de Susana Díaz era ver unido su nombre a noticias del estilo del desmantelamiento de Canal 9 en Valencia o el ERE agresivo de Telemadrid. Eso eran cosas del PP (y que ahora firma Vox). El PSOE quería marcar distancias para desembocar en los mismos problemas de plantilla abultada y desmotivada.
Lo peor, la programación
Con mínimos de audiencia, la situación de Canal Sur llega a ser agónica ante tantos programas renovados en el prime time (hoy regresa Andalucía de fiesta) que pese a no llegar ni de broma a la cuota media (sólo un 8,4% en febrero, lo que había sido el mejor mes de cada año), siguen en antena para alegría de las cinco productoras principales. Sólo La tarde, aquí y ahora, Andalucía Directo y Yo soy del Sur son los espacios que funcionan por encima de la cuota diaria de Canal Sur entre las productoras predilectas. Esas empresas son Índalo y Media (Juan y Medio), ADM (con ex directivos como Rafael Camacho y Salvador Llorca), Happy Ending (con los ex directivos Francis Romacho, José Miguel Fernández Cuadrado Lepo y Pepe Flores), Cibeles (con Pepe Flores de titular) y la catalana de línea editorial independentista Mediapro (Mediasur).
Las críticas, acalladas
Ya en el pasado mes de septiembre hubo cierto movimiento en los sindicatos de la RTVA para solicitar la solución a esta interinidad y todas sus consecuencias de desprestigio. El lema “Recuperar La Nuestra” fue contundentemente bombardeado por el sindicato UGT y bloqueado otras fuerzas internas afines al inmovilismo oficialista que ahora quieren ser beligerantes contra el PP. Con Susana Díaz los disidentes de Canal Sur fueron masacrados y las críticas, acalladas. Nadie quiso enderezar el Titanic, que sigue firme, incluso con este cambio de partidos al frente del Gobierno al cabo de 40 años y 30 de La Nuestra.
El hundimiento de audiencia de Canal Sur a lo largo de los últimos quince años, afianzado en el sexenio de Durán, ha ido de la mano del descenso de votos del PSOE y de la fuerte erosión a la que le llevó a la debacle electoral del pasado diciembre. La RTVA dejó de ser una herramienta influyente en la vida de los andaluces e incluso se convierte en un elemento en contra porque aunque no la vea el 91% de los espectadores andaluces en ese porcentaje hay una gran población que incluso siente antipatía manifiesta por Canal Sur.
Es hasta comprensible dado que es una cadena de proximidad embarcada en los tópicos más habituales, centrada en los pueblos y ausente de muchas de nuestras realidades. Todo con la miopía de una dirección donde, precisamente y pese a una huelga sobredimensionada el 8 de marzo, las mujeres en estos años han tenido una responsabilidad en primer plano con las directivas Carmen Amores, Inés Alba, Pilar Vergara y Teresa Sáiz. Cúpula donde sólo falta el brazo ejecutor del PSOE, Antonio Ramírez, destituido por el presunto cobro de comisiones por programas de Ausbanc emitidos a deshoras. El caso se destapó indirectamente por escuchas policiales.
La interinidad de Canal Sur sigue siendo un suceso inexplicable.
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