Canal Sur, 30 años sobre nosotros
Aniversario de la autonómica
La cadena andaluza se gestó en 1987 e inició sus emisiones en 1989 para equipararnos a catalanes, vascos y gallegos
Los nacionalistas vascos y catalanes, que a principios de la década de los 80 ya enseñaban los colmillos de la exclusión para ir marcando distancias con el resto del país, y para desmarcarse del control de TVE y de su frustrado tercer canal regional, crearon sus respectivos chiringuitos audiovisuales un tanto a espaldas de los demás. Necesitaban sus corporaciones autonómicas. En 1983 un tercer canal propio se convirtió en objeto de deseo para los gobiernos del resto de comunidades y aspiración sentimental para sus espectadores que, con razón, se sentían con hambre con sólo dos botones en el mando, los de TVE.
Sin privadas a la vista, aparcadas, en los primeros compases del felipismo (una estrategia del PSOE para evitar voces en contra mientras reforzaban su onmipotencia), las autonómicas parecían un punto de fuga. Daban fútbol, doblaban la serie Dallas y contaban noticias de la esquina junto a la de las portadas de los periódicos. Parecía mejores que TVE y así se hizo fuerte la Forta. Una cadena autonómica era un juguete muy caro al que no iba a renunciar la Junta andaluza tras años de reclamaciones históricas en otros ámbitos.
La carpa que salió volando
Han pasado 30 años y al cabo de ese tiempo en el que el planeta ha pisado el acelerador de la globalización y todo ha cambiado tanto, una corporación audiovisual regional como Canal Sur tiene que plantearse qué papel y lugar debe ocupar y qué misión cumplir en la sociedad andaluza del siglo XXI. Una reflexión que se antoja que inicia tarde justo cuando además se ha producido un cambio político en las instituciones.
Pero por entonces no había nubarrones en los despachos. Canal Sur nacía con ínfulas de tutear a TV3 y a TVE y por eso en la primera gala del 27 de febrero de 1989 fue fichada la estrella de estrellas del momento, Julio Iglesias. Más Rocío Jurado y Camarón. Había salido volando, literalmente, la carpa prevista para el programa inaugural. Mal augurio. Y se trabajó aprisa para que todo arrancara de lujo y diera su bienvenida el presidente Rodríguez de la Borbolla. Hablamos de otro siglo.
El primer director general, Salvador Domínguez, tiraba con pólvora del rey de manera delirante. Francisco Cervantes era el director de contenidos de una parrilla excesivamente cara para una cadena novata con cinco horas al día.
Presupuesto desatado
Para esa primera parrilla se tiró la casa por la ventana y tras los primeros meses de trayectoria, Domínguez tuvo que dimitir por pasarse de la raya. La de los presupuestos. De los 12.000 millones de pesetas iniciales para el primer ejercicio se excedieron hasta los 15.800 millones, mientras no se llegaba a los 2.500 millones previstos para la publicidad. El coche rechinaba desde el primer instante. En cuestión de plantilla, con unos 1.500 trabajadores en la actualidad productoras aparte, se comenzó con 215 plazas, pero la contratación se hizo incontrolada en aquellos meses. A Domínguez le sucedió al poco Manuel Melero, que ya disparó del todo la cuantía para 1990, con 25.000 millones anuales, y garantizar así el mantenimiento y expansión de este niño que jugaba al fútbol y contaba con un musical presentado por Pepe Navarro con pajarita.Variedades se llamaba el programa. Si la cosa salía fuera de millones, ahí estaba el gobierno para compensar.
Paco Lobatón se encargó de presentar los primeros Teledía, el nombre de los pioneros noticieros, junto a otra cara que ha permanecido durante estos años, Rosa Pilar Abelló.
Salvador Domínguez contrató a las diferentes productoras nacidas a la luz de este motor, con una primera programación que abría a media tarde y llegaba a la 1 de la madrugada. Hasta entonces en TVE primaba la producción propia y la externalización en las autonómicas se contemplaba como una forma ágil de recambiar talento, crear y abaratar formatos aunque la intención terminara siendo la de engordar a profesionales afectos. La parrilla actual es muestra de la decepción que es 30 años después Canal Sur, que no se acerca ahora al 9% del público cuando entre sus dos canales, sólo doce años atrás, reunía casi un 25% de los espectadores del sur.
La cadena pública que cumple 30 años se gestó, mediante decreto, el 2 de diciembre de 1987. Para tener una casa desde el primer momento, la inicial parcela destinada en 1985 al renovado centro territorial de RTVE, en plena balconada de San Juan de Aznalfarache hacia Sevilla, se destinó a las instalaciones del ente público andaluz que también nació repartiendo el peso entre centros provinciales en las capitales, más Jerez y el Campo de Gibraltar. Así había comenzado la radio en otoño del 88, con la voz principal de Carmen Abenza: lo más valioso de todo este tiempo de nuestra autonómica ha sido la normalización de nuestros acentos andaluces.
La denominación RTVA sonaba un tanto a revancha, a equiparación respecto a Cataluña o el País Vasco, que nos llevaban un lustro de ventaja. Treinta años después son rivalidades superadas. Lo que entonces era excepcional, tener un tercer canal en el televisor, hemos pasado a una oferta inabarcable, un mundo audiovisual infinito que aturde a cualquier espectador indeciso y una saturación informativa que obliga a cribar por rigor y credibilidad.
Canal Sur se replantea 30 años después un objetivo y servicio público que, de todas formas, no es muy diferente al de su nacimiento: atender con proximidad a los andaluces, divulgar sus valores, plasmar su realidad, vertebrar el territorio y hacernos sentir partícipes de nuestro tiempo. ¿No sería posible?
Detalles de los primeros días
La primera parrilla de espacios estelares
Junto a Variedades los viernes con Pepe Navarro, a modo de las galas musicales de cajón de sastre de entonces, la primera parrilla de Canal Sur contaba con un espacio de entrevistas al alimón con el matrimonio Joaquín Petit y María Esperanza Sánchez, Adivina quién viene esta noche. Los concursos eran formatos nocturnos imprescindibles por entonces, influencia del Un, dos, tres y el primero fue el memorable espacio de chistes timoneado por Emilio Aragón, Saque bola, que fue la recuperación para la tele del que fuera payaso de El circo de TVE.
La primera ficción de producción propia
Mucho antes de Plaza Alta y Arrayán, la primera serie, es un decir, fue Pensión El Patio, pastiche de humor costumbrista desfasado que recibió las principales críticas en la prensa de entonces. La producción de Gonzalo García-Pelayo contaba con Ángel Quesada, Charo Reina y Los Morancos, entre otros actores andaluces que aburrieron de lo lindo cuando no existían las cuotas de audiencia.
El fútbol liguero como principal aliciente
En la tarde del 28, reabriendo las emisiones tras la resaca de la gala, Carl Lewis, fue el protagonista de la primera retransmisión deportiva, en el Memorial de atletismo Plácido Fernández Viagas. En aquella primera parrilla el fútbol de la tarde de los sábados era el contenido más esperado de la autonómica, junto al resumen futbolero de los domingos,La Jugada, con Paco Gamero y Joaquín Durán, director general interino durante estos seis años últimos, con un debate futbolístico los lunes.
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