Carlos Navarro Antolín
La pascua de los idiotas
Nostalgia rentable la TV pública
Nunca imaginaron los creadores de Cachitos de hierro y cromo, un formato que nació hace algo más de una década en el centro de producción de Sant Cugat de TVE por motivos económicos (generar nuevos programas al menor coste posible), que el invento se convertiría en un verdadero icono, marca de la casa de la TV pública.
En la actualidad se emiten en La 2 los capítulos de estreno de la décima temporada, al tiempo que sus especiales de Nochevieja se han convertido en eventos: después de las campanadas, la selección de estos ‘cachitos’ con sus rótulos tiene más repercusión que el bucle de actuaciones de canciones completas que ofrece La 1.
Además, desde esta semana, los programadores han decidido que Cachitos de hierro y cromo, Cachitos Bis, sea el sustituto de Viaje al centro de la tele, hasta que el programa dirigido por Pedro Santos tenga nuevas entregas. Así, de lunes a jueves, y en pleno prime time, las reposiciones de Cachitos van a ser protagonistas. Con una particularidad: muchos nos tememos que lograrán más espectadores (pese a ser reposiciones) que los espacios de estreno a los que preceden, como la serie Sequía o el formato de entrevistas Las tres puertas. Una paradoja de las grandes.
Pero volvamos al principio. ¿Cómo comenzó Cachitos? ¿A quién se le ocurrió la idea? Recordarán cómo al calor del aniversario del nacimiento de TVE, desde Sant Cugat se promovieron una serie de documentales de 30 minutos de duración que encargaron a prestigiosos directores de cine. El contenedor se tituló 50 años de…, y cada entrega abordaba una temática. A Cesc Gay le correspondió abordar 50 años de canciones. Cada creador tenía completa libertad a la hora de abordar su capítulo. El realizador catalán optó por incluir fragmentos de 30 segundos de 60 canciones. Sin más. Aquella fue la entrega más vista.
El entonces director de La 2, Manel Arranz, y el realizador Jero Rodríguez, se plantearon la posibilidad de llevar a cabo un programa a coste cero, con trabajadores de la casa, basado en esta idea. De ahí partió, al año siguiente, un especial navideño, a modo de capítulo piloto, titulado Cachitos de hierro y cromo. En este programa sí se añadieron los rótulos, parte esencial del éxito por su fórmula. Pero no era una novedad. Lo de los rótulos ya había sido probado por Summers y Salas en formatos como Mitomanía. A la acidez de Guillermo Summers e Ignacio Salas, que ya hace casi 40 años se desataban con la metatele en Y sin embargo te quiero hay que adjudicarle el hallazgo.
De aquel especial pasaron otros doce meses hasta que en 2012 se estrenó la primera temporada de Cachitos de hierro y cromo, que fue ganando adeptos. Hasta convertirse en lo que es hoy: entre otros logros, ser el espacio diario del prime time de La 1 realizado a coste cero. Lo que se dice una auténtica mina para la televisión pública tan necesitada de atractivos.
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