Bob, ¿quién es Bob?
La serie más vista en la TDT temática fue creada por un biólogo marino dedicado a la animación en 1996
Vive en la piña debajo del mar, calle Concha 124, Fondo de Bikini, al lado del moai donde duerme su malencarado amigo Calamardo, el de los tentáculos verdosos. Trabaja a destajo en una hamburguesería cochambrosa, El Crustáceo Crujente, que regenta uno de los seres más avaros que se han asomado a una pantalla, el Señor Cangrejo, rival del piojo Plakton. De formas rectas y horaradada piel amarilla, tiene una edad juvenil indefinida, viste pantalones cortos y por momentos parece que es un adolescente responsable como un niño ingenuo y algo descerebrado (no tanto, tal vez, como su mejor amigo, Patricio). Su desconocido padre se llama Harold y su madre, Natalia, y dentro de la piña convive con su mascota, un baboso molusco con sonidos gatunos que se llama Gary. Algunos creen que es un abanderado de la homosexualidad, inseparable, como Epi y Blas o Leoncio y Tristón, de Patricio, una redondeada estrella de mar de pronunciaciones ceceantes y escaso sentido común, aunque en una ocasión pareció enamorarse de una vecina, la ardilla-buzo de Arenita. Fue un amor interesado para callar a los más carcas. Su creador dice que es más bien "asexual". Por encima de todo es el personaje más visto de las temáticas gratuitas y el canal Clan TVE ha superado a La 2 en índices de audiencia sobre todo gracias a él. Y él es Bob. Bob Esponja. El mejor amigo que puedes tener, como canturrean.
Bob iba a ser Sponge Boy, pero el nombre ya estaba registrado cuando el biólogo marino Stephen Hillenburg quiso a finales del siglo pasado dar vida animada a unos antiguos personajes que había publicado en un cómic universitario. Con la orientación de varios colegas, aquel biólogo convertido en guionista y animador, en 1996 presentó a los directivos del canal infantil Nickelodeon a Sponge Bob Squarepants (Bob Esponja Pantalones Cuadrados), su nombre original. En un gremio que se había reformado durante la recta final del siglo XX, alejados de los modelos académicos de Disney y de Hanna Barbera, en 1999 se estrenaba la serie en Estados Unidos. Al cabo de un par de años aterrizó en España, donde ha ido calando de forma progresiva. Llegó de la mano de unas hamburgueserías monárquicas, como juguete de los carbohidratos infantiles. Bob es un cañón del merchandising, y Patricio comienza a apuntar maneras. El absurdo mundo de Fondo de Bikini estuvo durante años en las plataformas de pago, en Nickelodeon, y también en la MTV y el gran salto lo comenzó a dar cuando en 2004 daba la tabarra matinal en TVE antes de estrenar su película en el cine. La cuadriculada esponja amarilla, a fuerza de reiterarse, como un primo de Los Simpson, se rodeado de una cuadrilla adicta, formada por espectadores de todas las edades, que lo buscan en las sobremesas y a primera hora de la noche. Bob Esponja, que se emite en 170 países, se acerca a los 200.000 seguidores andaluces a las ocho y media de la tarde y supera los 700.000 en todas España. Desde el apagón analógico, cuando se estrenaron 70 capítulos, le ha hecho daño a El Hormiguero, a Arrayán y a los informativos nocturnos. La ausencia de neuronas han convertido a Bob en un rival televisivo tan imprevisto como surrealista.
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