Arturo qué cara más dura

Perfil del presentador de moda

El actor valenciano fue fichado por 'Caiga quien caiga' en 1996 cuando estaba en una cadena local.

Arturo Valls es el conductor de 'Ahora caigo' y 'Splash, famosos al agua' en Antena 3.
Arturo Valls es el conductor de 'Ahora caigo' y 'Splash, famosos al agua' en Antena 3.
Francisco Andrés Gallardo

01 de mayo 2013 - 05:00

El personaje que lo puso en la mirada de todos fue el jeta de Jesús Quesada. Un rol que le iba como un guante aunque este valenciano de 38 años, bien aprovechados, es de rostro pálido pero de con mucha profesionalidad detrás. Parece que se toma a broma lo de presentar Ahora caigo, donde a veces se excede en sus desinhibiciones pero es serio cuando se pone a interpretar aunque su personaje sea cómico. Y si hay que travestirse, depilarse (o no) las piernas y las axilas, pues se hace sin dudar, porque nunca temió en su vida lo que dijeran de él a sus espaldas. Le enseñaron a reírse sobre todo de sí mismo. Eso lo tiene ganado para los restos.

Arturo Valls se ha convertido en uno de esos nombres imprescindibles en el entretenimiento televisivo de esos que nunca falla, o al menos no defrauda, a la audiencia. Hace bastante para aguantar cada lunes el medio naufragio de Splash, famosos al agua, un formato que no daba para tanto recorrido y que se convirtió en un regalo por su buen hacer en las tardes de Antena 3 y por su mejor resultado en las noches de Tu cara me suena. Arturo, de la mano de Santiago Segura (con el que se puso a sus hispánicas órdenes en Torrente 2, como sicario italiano), terminó de reafirmarse con sus imitaciones que rayaban en dignas payasadas, como grandes shows de minutos. Valls redescubrió a Pedro Marín y a Sabrina y mostró el lado oculto de Shakira, Rihanna o Marta Sánchez. Fue para una noche y se quedó toda una temporada sin renunciar a las trampillas de su concurso.

El Quesada de la oficina cafetera, durante cuatro años de diálogos, de 2005 a 2009, con Ana Milán o el también rehabilitado Luis Varela le fue dando trabajo a Arturo como el fiasco de comedia de Gominolas para Cuatro y lo fue poniendo en órbita para proyectos de toda índole, pero con el humor por divisa. Vaya tropa, un programa diario de sketches que ahora se repone en las mañanas de La Siete, o el olvidado La isla de los nominados, un Camera café de robinsones, ambos para Cuatro, fueron algunos de esos programas a los que no renunció, ya tuvieran buena o mala pinta. Arturo Valls nunca ha sido un "hombre de cadena", atado a alguna marca o logotipo, aunque ahora parezca inamovible de Antena 3. De hecho tras la fusión con La Sexta, la propia 3 ha recuperado la más ambiciosa serie que hizo su absorbida, Buenagente, que se repone los miércoles a la medianoche, donde encontramos a Valls, de amigo infiel, con Malena Alterio, Antonio Molero, Patricia Montero o Patricia Conde. Arturo puede presumir de haber pasado por todas las cadenas y poder asomarse por cualquiera de ellas de nuevo sin remordimientos.

Pero el origen de Arturo está en Telecinco, como becario de Caiga quien caiga, donde aprendió de todo y donde maduró su vis cómica. Aquel estudiante de Periodismo que destacaba en la cadena local Valencia Te Ve fue fichado por CQC en 1996, con 21 años y regresó en un par de ocasiones en sendos rescates del programa nacido en Argentina. El repaso dominical de Wyoming, tras superar sus obstáculos iniciales con la audiencia, aumentó a los pocos meses su plantilla de hombres de negro. El valenciano, con discreción pero sobre todo con constancia, se fue haciendo en el puesto y ahora es el alumno aventajado de toda aquella cuadrilla de las gafas de sol. Era el más joven, pero tal vez también era el más listo de todos.

Relevó a Jesús Vázquez en Allá tú, hizo de Dalí en la biografía de Severo Ochoa-Imanol Arias, hacía de todo en el humor antimarciano de la UHF con Florentino Fernández y Nuria Roca, y el Festival de Málaga ha avanzado su adaptación del cuento de Los tres cerditos que deberá aparecer algún día por Antena 3 en forma de telefilme. Arturo no para. Le da igual si está de moda. Por su cara bonita tiene mucho que decir. Y por su 'cara dura', tiene mucho por interpretar.

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