Álvaro Zancajo, 600 firmas en contra y dos días de huelga después
Cese imprevisto en Canal Sur
Tras diez meses en el cargo el cuestionado director de Informativos de Canal Sur Televisión sólo trajo división y conflictos internos sin remontar en los índices de audiencia
Por mucho que insistiera su valedor, el diputado popular Pablo Montesinos, desde Madrid no podía venir la solución para mejorar la cadena de proximidad de los andaluces. Lo sucedido con Álvaro Zancajo en Canal Sur debe convertirse en lección en cualquier parte, pero sobre todo para su sustituta en el cargo, Carmen Torres, reciente delegada en Madrid y contratada con un sueldo mayor que el del presidente de la Junta.
Las represalias y las imposiciones no son la mejor estrategia para aunar una plantilla ya desmotivada de 1.200 empleados con una alta edad media. Para solicitar el despido de Zancajo al cabo de diez meses después de su nombramiento se reunieron más de 600 firmas, con nombres y apellidos, de otros tantos profesionales de la RTVA. El mayor motivo que movía a bastantes trabajadores del reciente apagón de dos días de programación era la solicitud de ese cese más que los 14 millones recortados por Vox para el presupuesto de 2021.
Las formas, a veces, lo son todo y Zancajo, recibido ya con un apagón parcial en febrero, llegó con un estilo que ya le hizo fracasar en su trayectoria en Antena 3 y RTVE. Fuentes de ambos medios consultadas por este periódico ya avanzaron meses atrás de la actitud poco aconsejable de este periodista madrileño. La implicación de una plantilla como la de Canal Sur no puede proceder de los gravámenes políticos del gobierno, por muy habitual que haya sido la presión de San Telmo en años atrás.
El desapego de la audiencia hacia la cadena autonómica ya denota que para un medio de proximidad lo que pide el público es cercanía, identificación y sinceridad. Por ejemplo, programar un especial de vacunación en lugar de emitir una misa folclórica (con más ánimo político que religioso) como sucedió en la mañana de este pasado domingo. Canal Sur se ha llenado innecesariamente de más folclore, caballos, toros (con una novillada en diciembre que no llegó ni al 8% de cuota) y películas del Oeste. Ni siquiera la RTVE del franquismo fue tan aparentemente reaccionaria, ni tan orgullosa de serlo.
La cuota de diciembre de Canal Sur en diciembre es del 7,6% y en abril, el mes del confinamiento total, tuvo su mínimo histórico, 6,9%. Una gran mayoría de andaluces no cree en su cadena aunque haya días en que, por tradición, vuelvan a su casa, en Nochebuena, como han reflejado los audímetros.
Para hacer valer un canal de proximidad no es necesario ocultar noticias, dar bombo o hacerle una entrevista de cadenita local al consejero de turno sino aproximarse a las preocupaciones de la calle, que están siendo muchas en estos tiempos de pandemia. Un presidente de la Junta como Moreno Bonilla que no está desgastado por el poder y que está alejado de lo antipático o agresivo (lo que, por ejemplo, se han ganado a pulso en tiempo récord los representantes de Vox) no requiere masajes mediáticos en la cadena autonómica ni cuotas forzadas en el prime time. No le hace falta formar parte de estrategias para ganar audiencia, con comparecencias de estado de alarma a las ocho y media de la tarde para que después se presuma de las cuotas de los informativos.
Como ya se publicó en este periódico hace menos de un mes, Zancajo no ha mejorado en estos meses las audiencias de los noticiarios de Canal Sur (siguen sobre el 11% el de sobremesa y por debajo del 10% el nocturno, salvo momentos de lógica excepción), un estancamiento que denota que su labor ha sido, como poco, infructuosa de cara a la audiencia, y tóxica de puertas hacia dentro ante las 600 voces dando la cara para pedir un cese individual. Un cese que se ha vivido en el Día de los Inocentes y que debería ser analizado sin forofismos políticos por los responsables de la RTVA, incluida el relevo de Zancajo, la también activa contertulia Carmen Torres.
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