Ágata Lys y la primera minifalda del 'Un, dos, tres'

Obituario

La fallecida actriz vallisoletana, con su voz insinuante, convertía en erótica hasta la pronunciación de la lista de los reyes godos

Ágata Lys, la primera por la derecha, con sus compañeras y Kiko Ledgard en 1972

Lo de ser tildada como una de las estrellas “del destape”, en cine y revistas, parece revestir una pegajosa rémora del machismo de otros tiempos (aunque por entonces se antojaba que era frescura). La fallecida Ágata Lys estuvo encantada con esa imagen de chica descarada, vampiresa de los nuevos tiempos, que le dio tanta popularidad a raíz de aparecer en el primer Un, dos tres.

Fue, por tanto, de las primeras españolas en lucir minifalda sin ataduras en TVE, en 1972, y a su sucesora en la etapa en color (1976), cuando las chicas de Chicho se relevaban entregando sus gafas gigantes de secretaria lista, le recomendó que se levantara la tela, que eso de enseñar epidermis hacía ganar puntos. Eran tópicos y modos de aquellos tiempos. De aquella etapa en color surgiría Victoria Abril entre otras, y la cantera de la Ruperta seguiría bulliciosa.

Ágata Lys

Tras aparecer en el concurso Lys tuvo su gran oportunidad en la Nochevieja del 75 con Lazarov. Aquel especial que veía todo el país (hay que echarle una ojeada) lo presentó un cuarteto de jóvenes poco conocidas que saltaron de la noche a la mañana de las películas clasificadas S. Aquellas presentadoras sensuales fueron Didi Sherman (se convertiría en esposa del realizador rumano), Paca Gabaldón (que sería pareja de otro realizador de TVE, Martí Maqueda), la mencionada Lys, con su voz insinuante que convertía en erótico el listado de los reyes godos, y una peliteñida con corte bob que se llamaba Bárbara Rey y que daría días de gloria nacional. En aquel tiempo aparecer en Nochevieja desembocaba en la fama instantánea.

Ágata Lys y María José Cantudo en una portada de 'Pronto'

Ágata Lys tuvo su tiempo y se esforzó en actuar por derecho. Tuvo directores que sacaron su vertiente más seria como Mario Camus en Los santos inocentes y Carlos Saura en la inquietante Taxi, que sería interesante revisitar. La vallisoletana era de las que no tenía problemas de vestuario pero debió de ser agotador que pasaran tantos años en los que sólo tenía al alcance el mismo papel de joven desenvuelta. Retirada por las playas de Benalmádena seguro que se reía de aquella chica del Un, dos, tres que pisaba tan fuerte.

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