Adrián Lastra y el día que 'le partieron la cara' nada más empezar
Entrevista
El actor es uno de los cuatro finalistas, junto a María Isabel, Athenea Pérez y Bruno Vila, en 'Bailando con las estrellas' ¿le darían clases a Martínez-Almeida?
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El formato Bailando con las estrellas llega esta noche a su primera final en Telecinco. Una emocionante gala en directo en la que el actor Adrián Lastra se perfila como favorito. Ya sucedió así hace una semana con El Desafío en Antena 3, donde se quedó en puertas ante la victoria de Pablo Castellano. Hoy disputa su talento ante la miss Athenea Pérez, el concursante Bruno Vila y la cantante onubense María Isabel, que ha vuelto a sorprender. Adrián explica a este periódico cómo vive la cuenta atrás de esta final y cómo ha sido su trayectoria profesional, marcada por su pasión por la música.
–¿Cómo es un día cuando hay que preparar una coreografía que vale un título?
–Estoy cansado pero me repongo en cuanto sé que debo darlo todo hoy sábado. Sara (su maestra y compañera en este espacio) y yo hemos ido a ensayar a las nueve y media de la mañana y a las cuatro hemos terminado. Son muchas horas. La coreo en la final es casi imposible. A ver si la podemos conseguir.
–Ya le hemos visto en otros programas y aquí. Usted es de los que venden cara la derrota.
–Siempre he sido un tipo trabajador, muy perfeccionista. Soy pasional en todo lo que hago y sé que hay llevar la energía en el escenario. Lo noto en el baile. Y hay que tener atrevimiento. La perfección es aburrida así que debes dar tu toque único.
–¿Cuál fue ese momento en que descubrió que su vocación era actuar, cantar?
–Al ver Operación Triunfo por primera vez. Es verdad, quería estar ahí. Tenía 17 años y me gustaba cantar. Me vine arriba. Amparo, mi profesora del instituto de Música, en Vallecas, me había visto que tenía aptitudes. Me vio con posibilidades. Una cantante lírica, Victoria Manso, ayudó a formarme. Yo no pensaba en actuar, quería cantar.
–¿Cuál era su meta, llenar estadios en conciertos?
–Me enamoré del teatro musical, No tenía ni idea de nada del género. Fui a ver Los miserables y supe que ese era el camino. Me presentaba a todos los casting, y como es habitual en esta profesión hay que escuchar muchas veces ‘no’.
–Es un desafío para la autoestima.
–Me lo dicen, los que queremos actuar debemos ser algo masocas. Debemos tener una pedrada. Vamos a los castings para que nos digan no. O te cogen un día sin esperarlo.
–¿Y hay que estar mentalizados a todo aunque te digan sí?
–Tengo una mala experiencia de mi primer trabajo en un musical. Me anularon el contrato tres días antes de empezar la gira como protagonista. Me habían escogido para encabezar el musical de Queen. Tenia 19 años, había dejado mi trabajo en un súper, porque mis padres no podían pagarme los estudios y me quedo sin actuar. Te quedas hecho polvo, en ese momento sólo piensas “vaya mierda de vida”. Trabajaba en el Ahorra Más y me escondía en el baño para comer bollos del hambre de los ensayos. Quedarme sin aquel contrato me marcó. Tengo 40 años y sigo ensayando y preparándome todos los días y hasta que no marcan con la primera claqueta no me confío de que vaya a trabajar en una serie, en una película.
–¿Le molestan las criticas?
–En Bailando con las estrellas me juzga el jurado. Acepto esas criticas. Me ayudan a mejorar. Si algo tengo de sobra es autoexigencia.
–¿Le ha servido su experiencia en los escenarios para este programa en Telecinco?
–Te sirve algo la experiencia cuando te enfrentas a una rutina. Yo ya había hecho cosas como el pasodoble, el quickstep, pero sólo los profesionales tienen el nivel que se pide aquí.
–¿Cómo es el trabajo con su maestra, Sara?
–Gracias a ella ha salido todo tan bien. En el baile siempre se trabaja en lo psicológico, nos abrazamos y nos motivamos, vamos a gozar, vamos a saltar el campo. Trabajar el movimiento es lo más complejo que existe en el baile. Puedes tener la técnica, pero tienes que expresar las emociones. No es sólo por el estilo, la música. Es lo que tú quieras contar. Con una misma música puedes expresar el desenfado, el amor. Tiene que existir una conexión emocional, tienes que poder contar una historia.
–Y de los bailes preparados ¿Cuál ha sido el más complicado?
-El baile contemporáneo. Estaba muy nervioso pero no me acordaba de que el escenario te da un plus de energía. Me sentía bien. Contar una historia en 1,40 minutos de baile es apasionante.
–¿Le darían clases a Martínez-Almeida en su programa?
–Por supuesto. Y sería un espectáculo verle.
–¿Cómo ve a sus rivales de esta noche?
–Qué te voy a decir de la Mari (por María Isabel), que lleva en los escenarios desde los siete años. Se come la pista. Es admirable y me he llevado muy bien con ella y con el resto de compañeros. Con respeto y admiración.
–¿A dónde se marcha en cuanto se apague este plató?
–Estoy preparando la segunda temporada de Citas, estoy en el montaje de una comedia para el Festival de Mérida, una película... tengo muchas cosas diferentes.
–¿Disfrutando?
–Claro. En este trabajo somo niños que estamos en el patio del recreo. Soy niño que se pone la capa de Supermán y sueña con volar. A veces matamos a ese niño o se muere por la madurez. El actor no puede matar a niño, si no cómo juegas al actuar. No puedes matar esa nobleza.
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