Reconocimiento facial: qué es y cómo se usa en España y en el mundo
Tecnología
La tecnología está implantada en buena parte del mundo, tanto en organismos públicos como privados
Su uso plantea retos para la privacidad y la seguridad de los ciudadanos que la legislación aún no ha resuelto
Para controlar el acceso a un espacio, para pagar, para desbloquear el teléfono, para iniciar sesión en aplicaciones... El reconocimiento facial está cada vez más extendido en todo el mundo y también en España, aunque su uso no siempre se publicita (el reciente caso de Mercadona es una excepción). Tampoco se publicita de dónde salen esas imágenes que nutren las bases de datos con las que comparar las que toman las cámaras para el reconocimiento facial ni está nunca lo suficientemente claro para qué quiere una empresa o administración almacenar nuestro rostro.
Nuestro país carece de una normativa específica y se atiene a lo que indica el Reglamento europeo de Protección de Datos (RGPD), que aun siendo muy estricto en la salvaguarda de los derechos de los ciudadanos deja resquicios a diferentes interpretaciones de qué se puede hacer y qué no. En la legislación española el RGPD se desarrolla en la Ley Orgánica 3/2018, en la que no aparece un apartado específico sobre el reconocimiento facial y la única mención a datos biométricos tiene que ver con su tratamiento (al igual que sucede con otros aspectos de identificación personal, es muy restringido, salvo consentimiento expreso, en línea con lo que postula el RGPD).
Desde hace más o menos un año un grupo de expertos en inteligencia artificial de la Unión Europea trabaja en cómo adaptar la normativa actual a los retos que plantea el uso de datos biométricos y especialmente cómo se protege esa información tan sensible. Entre otros aspectos una futura modificación del RGPD podría incluir el consentimiento del ciudadano y una justificación legal para tomar y archivar imágenes del rostro y que las personas sepamos quiénes y por qué acceden a esas fotografías nuestras.
Control de asistencia a clase
En este momento no hay un criterio uniforme sobre esta tecnología en Europa. Por ejemplo: ¿se puede emplear reconocimiento facial en un centro educativo para controlar la asistencia a clase? No, según el organismo de protección de datos sueco, que impuso una multa de 19.000 euros a un instituto por considerar innecesario recurrir a estos programas para obtener una información que puede conseguirse por otros medios menos invasivos para la privacidad. En cambio, un instituto de Badalona hace años que emplea un sistema parecido para, también, vigilar si los alumnos acuden o no al centro.
Mercadona
En el caso de Mercadona, la cadena de supermercados asegura que la usa para detectar si en sus tiendas entran sospechosos o delincuentes con órdenes policiales en vigor o personas que tengan prohibido el acceso. La compañía dice que sus sistemas son capaces de procesar los rostros y la información en 0,3 segundos y que después las imágenes se eliminan. Algo complicado, porque para que el reconocimiento facial funcione esas caras deben ser contrastadas con las almacenadas en una base de datos. La Agencia Española de Protección de Datos está investigando este caso.
Dónde se utiliza en España
A un proyecto piloto anunciado a finales del año pasado para pagar con la cara en varios autobuses municipales de Madrid (el usuario se da de alta en una web y al acceder al autobús una cámara le identifica y le carga automáticamente el importe del billete en su cuenta) se unió, también en la capital de España, el reconocimiento facial en la Estación Sur para identificar a delincuentes. Se comenzó a implantar en 2016 y según sus responsables ha servido para reducir la actividad de los carteristas en esta estación de autobuses.
Es también conocido el sistema de identificación biométrica instalado por Aena en varios de los principales aeropuertos españoles. El viajero se acerca a una cámara y puede acceder al embarque sin necesidad de mostrar su documentación.
Otros espacios como Ifema, el centro de congresos de Madrid, comenzó a implantar cámaras de reconocimiento facial el año pasado, pero no queda claro si el objetivo es facilitar los accesos o vigilar las actividades de los asistentes a eventos. Y los salones de juego también se están apuntando a esta tendencia, aunque se repiten las dudas sobre su finalidad: ¿quieren controlar que no acceda a ellos quien no debe poder hacerlo o buscan algo más?
Éstos son algunos de los ejemplos más conocidos, pero son muchas las empresas privadas y ayuntamientos que cuentan con la tecnología (hardware y software) para llevar a cabo reconocimientos faciales (probablemente muchos lo hagan ya), aunque por el momento no se ha extendido su uso por las calles de nuestro país.
En otros países
En todo el mundo el número de países que utilizan o lo harán en breve tecnología de reconocimiento facial, ya sea de forma pública o privada, supera el centenar. Son conocidos los casos de Estados Unidos y China, por motivos diferentes, pero en el propio continente europeo son 32 los países que han desplegado este sistema. En casos como el mencionado más arriba de Suecia o Francia se ha prohibido su uso en centros educativos y en Bélgica se canceló un proyecto piloto que se probaba en un aeropuerto porque violaba la legislación del país.
Londres, quizás la ciudad con más cámaras de seguridad en sus calles del mundo, instaló a principios de año cámaras de reconocimiento facial por toda la ciudad y en febrero ya comenzó a rentabilizarlas en términos policiales con sus primeros arrestos. La policía alemana también utiliza programas similares y planea situar cámaras de reconocimiento facial en 14 aeropuertos y más de un centenar de estaciones de tren. El Gobierno checo asegura que sus cámaras han propiciado al menos 160 arrestos en el aeropuerto de Praga en dos años.
Reconocimiento facial en el móvil
Las autoridades, organismos públicos o grandes empresas no son los únicos que utilizan el reconocimiento facial. Los usuarios se sirven de él para desbloquear el móvil o pagar con él (el iPhone tiene FaceID y dispositivos como los Samsung Galaxy, algunos Xiaomi y Huawei, entre otros, disponen de servicios equivalentes) o iniciar sesión en Windows Hello.
Luego están las imágenes que compartimos voluntariamente y los servicios a los que permitimos que procesen fotos de nuestro rostro para identificarnos. Por ejemplo, que Facebook nos etiquete en fotos que nuestros contactos publican en la red social (también lo hace Google Fotos), jugamos con FaceApp (con imágenes propias y ajenas, lo que multiplica los riesgos) y compartimos selfies y stickers o emojis creados a partir de ellos, por poner solamente algunos ejemplos.
Problemas del reconocimiento facial
A las posibles brechas de seguridad que permitan accesos no autorizados a los datos biométricos de los ciudadanos se añaden cuestiones como el uso que de ellos se vaya a hacer. ¿Servirán solamente para luchar contra la delincuencia o los usarán gobiernos, instituciones y hasta empresas privadas para vigilar a la población?
Por ejemplo, podrían servir para detectar a personas de baja médica en entornos o actividades que deberían ser incompatibles con su situación sanitaria, o para que una compañía controle si sus empleados están donde dicen estar. ¿Y qué decir de acosadores o maltratadores? Si pudiesen acceder a esta información sería inútil apagar la ubicación o los datos del teléfono, o incluso dejarlo en casa.
A todo ello se suma que la tecnología aún no está muy afinada. Son varios los casos de compañías que han tenido que retirar su software porque sólo es capaz de detectar correctamente rostros de personas blancas en condiciones lumínicas óptimas. Hay organismos que han comprobado (y, según los casos, denunciado) que algunos programas tienen un notable sesgo racial: no identifican correctamente caras de personas negras o asiáticas, lo que lleva a confusiones con consecuencias más serias que no poder entrar a un supermercado.
Reconocimiento facial en la era de la Covid-19
En estos tiempos de coronavirus y mascarillas podría pensarse que toda esta tecnología es, como mínimo, poco útil. ¿Cómo identificar a alguien que lleva la cara cubierta? Es más difícil, pero no imposible.
De hecho, la empresa alicantina FacePhi, especializada en servicios biométricos, dice haber desarrollado un reconocimiento facial a prueba de mascarillas: su software se centra en la biometría periocular, es decir, en la zona de los ojos y no en toda la cara. FacePhi, que tiene entre sus clientes a diversas entidades bancarias, incluirá esta tecnología primero en Selphi, un producto que permite a los bancos aprobar transacciones financieras con un selfie, y más adelante en SelphID, para autentificar usuarios con reconocimiento facial.
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