La aldaba
Carlos Navarro Antolín
¡Anda, jaleo, jaleo!
Ciencia
La aparición de numerosos excrementos fosilizados de hienas en el yacimiento de Fuente Nueva-3, en Orce (Granada), ha sido relacionada con la posible existencia de una zona de arenas movedizas donde quedaban atrapados grandes herbívoros que eran devorados por estos carroñeros.
El estudio de esta zona ha sido dirigido por María Patrocinio Espigares, profesora de la Universidad de Málaga, y ha analizado exhaustivamente por primera vez los coprolitos (excrementos fosilizados) de hiena, que han sido comparados con excrementos de hienas manchadas actuales y coprolitos de otros yacimientos paleontológicos.
Fuente Nueva-3, con una edad próxima a los 1,4 millones de años, conserva algunas de las evidencias más antiguas de presencia humana en Europa occidental, consistentes en abundantes industrias líticas (piedras talladas, en sílex y caliza), de tecnología similar a las de la Garganta de Olduvai en Tanzania, asociadas a marcas de corte y fracturación de huesos de grandes mamíferos.
En el yacimiento se diferencian dos niveles arqueológicos, ambos plagados de fósiles e industrias líticas, y en el inferior abundan más los bloques calizos, que los humanos usaban para fracturar los huesos y acceder a la médula de su interior o a los sesos, ha informado la Universidad de Málaga en un comunicado. Mientras, en el superior están muy bien representados los coprolitos de hienas, que aparecen asociados a una ingente cantidad de restos de megaherbívoros, en particular mamuts, lo que sugiere una mayor presencia y actividad de estos carnívoros carroñeros en dicho nivel.
En estos análisis se ha prestado atención a la forma, el color y las dimensiones de los excrementos, así como a su composición química y mineralógica, para lo que se han usado técnicas avanzadas como el nano-CT.
Los resultados indican que los coprolitos se componen mayoritariamente de fosfato cálcico, que provendría de los huesos consumidos por las hienas, de los que se conservan abundantes fragmentos en su interior. Además, el tamaño de los excrementos fósiles es mayor que el de las hienas modernas, lo que se relaciona con las dimensiones formidables de Pachycrocuta brevirostris, la hiena extinta que los produjo, del tamaño de una leona.
El estudio ofrece una hipótesis que podría aclarar un aspecto hasta ahora intrigante del yacimiento de Fuente Nueva-3, el de por qué se registra una concentración de coprolitos y de restos de mamuts en el nivel arqueológico superior, donde en algo más de 100 metros cuadrados se encuentran los restos de al menos diez individuos.
La hipótesis señala que el nivel superior del yacimiento, formado por limos y arenas finas embebidas en agua, podría haber estado compuesto por arenas movedizas, donde quedarían entrampados los elefantes adultos y otros megaherbívoros.
La razón sería que en estos individuos la superficie de apoyo de sus extremidades soportaría una presión muy elevada, cercana al kilogramo por centímetro cuadrado, por lo que, en la lucha para escapar de este sedimento viscoso, una parte de sus cuerpos terminaría hundida en él, y los cadáveres atraerían a los carroñeros.
En la actualidad, este fenómeno se observa ocasionalmente en el continente africano y, en cambio, en el caso de las hienas y los humanos, dicha carga sería muy inferior, en torno a solo 0,3 kilogramos por centímetro cuadrado o incluso menos.
Ello explica que el nivel superior del yacimiento se convirtiese, literalmente, en una letrina de hienas, que acudirían cada vez que un mamut u otro megaherbívoro se quedase entrampado en el lecho fangoso, se alimentaban del cadáver y defecaban en torno al mismo durante días o incluso semanas.
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