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“La herramienta no reemplazará a los diseñadores gráficos”

TECNOLOGÍA

Manuel García, profesor en el CEI, cree el sistema no alcanza el nivel creativo de un profesional

Luces y sombras de la Inteligencia Artificial en las aulas

El profesor Manuel García durante una clase. / M. G.

La compañía OpenAI lanzó en 2022 la herramienta Dall-E, un sistema que tiene la capacidad de reproducir, de manera creativa, imágenes e ilustraciones de todo aquello que se le describe a través del lenguaje.

Sin embargo, esta herramienta no es tan completa como su homónima, ChatGPT, y todavía presenta determinados fallos a la hora de reproducir una petición. Por hacer un paralelismo, "el software que utiliza es parecido a la detección facial de un móvil, pero combina información de diferentes imágenes a la vez", explica Manuel García, profesor en CEI Escuela de Diseño y Marketing Digital.

El docente manifiesta que "la herramienta no va a reemplazar a los diseñadores gráficos. Con Photoshop también hubo esta percepción, pero la creatividad y la conceptualización es esencial y este tipo de sistemas no son capaces de alcanzar ese nivel de profundidad". A pesar de esta opinión, sí que considera que "habría que incluir el uso de este tipo de herramientas en la escuela" y, de hecho, García ya lo ha hecho en algunas de sus clases para que sus alumnos puedan conocerla y familiarizarse.

El profesor admite que Dall-E todavía tiene algunos fallos que, como experto, es capaz de detectar: "Los trazos no son finos y el nivel de parámetro y de detalles de esta inteligencia no es igual que la de alguien que trabaja en este campo. Un profesional podría hacer pequeñas rectificaciones, pero es imprescindible la manipulación humana".

Además, manifiesta que al usarla se ha dado cuenta que el sistema no contesta a determinadas peticiones por una cuestión de "restricciones de sus creadores" al considerar los requerimientos como "inapropiados".

En cuanto a la cuestión de los derechos de autor, García expresa que las imágenes o ilustraciones que se generan, no cuentan con copyright y, por este motivo, los profesionales no pueden lucrarse con ello ni obtener beneficios económicos.

Por último, recalca que "todo lo que implica una revolución crea determinadas dudas, pero esto mismo pasó con la imprenta y con los ilustradores clásicos. Es una cuestión de que los profesionales se renueven y adapten a las tecnologías que se lancen".

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