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Twitter cobrará a todos los desarrolladores e investigadores que quieran usar su API

Tecnología

Un par de semanas después de prohibir las aplicaciones de terceros, anuncia que a partir del 9 de febrero pondrá fin al acceso gratuito

La decisión afecta no solo a grandes compañías, sino también a desarrolladores aficionados e investigadores

Twitter.

Después de endurecer las condiciones para utilizar su API, lo que de facto se traducía en una prohibición de aplicaciones de terceros para acceder a Twitter, era cuestión de tiempo que hubiese que pasar por caja. Es lo que ha anunciado este jueves la compañía propiedad de Elon Musk, que sigue construyendo muros de pago en una red social que acumula polémica tras polémica desde su llegada.

Sin entrar en cuestiones demasiado técnicas, una API es una interfaz de programación de aplicaciones, que hace posible que los programas se comuniquen entre sí y que los desarrolladores accedan a las entrañas de un servicio, para construir a partir de ahí herramientas de todo tipo, ya sean aplicaciones externas para utilizarlo o complementos para integrar funcionalidades en otras.

Gracias a ello, casi desde el nacimiento de la propia Twitter comenzaron a surgir clientes como Twitterrific, Tweetbot, Echofon y otros muchos con los que los usuarios podían acceder a la red social sin utilizar sus aplicaciones oficiales o la versión web y que muchas veces disponían de mayores opciones de personalización, configuración o, sencillamente, funcionalidades que no estaban disponibles en las apps propias de Twitter.

Los primeros problemas

Tras varios días de problemas técnicos y errores y un silencio ensordecedor como única respuesta de la compañía, Twitter admitió finalmente, hace un par de semanas, que había restringido el acceso a algunas de esas apps de terceros por “incumplir las reglas de su API”, sin aclarar cuál era el problema ni qué podían hacer los programadores para arreglarlo.

Un par de días después de eso, la empresa de Musk modificaba sus normas para desarrolladores, que en esencia prohibían las aplicaciones de terceros. Los creadores de las principales aplicaciones, como Twitterrific, Tweetbot o Talon, anunciaron de inmediato que cerraban, con duros comunicados en los que hablaban de “un Twitter cada vez más caprichoso, un Twitter que ya no reconocemos como digno de confianza ni con el que queremos seguir trabajando” (Twitterrific).

Cambios el 9 de febrero

Ahora, a través de su cuenta de desarrolladores, Twitter anuncia que a partir del 9 de febrero todo aquel que quiera acceso a su API tendrá que pagar por ello, sin especificar cuánto y emplazando a la semana próxima para conocer los detalles.

Si con el anterior anuncio ya hubo empresas que cerraron y otras (las que pudieron) reorientaron sus esfuerzos hacia destinos menos hostiles (Mastodon, por ejemplo), es de suponer que esta nueva noticia empeore aún más la situación en un sector, el tecnológico, que acumula miles y miles de despidos en los últimos meses, y eso solamente en las grandes multinacionales.

Planes de acceso a la API de Twitter

Los otros perjudicados

En esta ocasión se añade un ingrediente más. Hasta ahora, Twitter disponía de varios planes de acceso a su API, algunos de ellos gratuitos, de los que se servían por ejemplo pequeños desarrolladores aficionados que querían añadir esta u otra característica de la red social en su proyecto o sitio web (no crear un duplicado o alternativa a las apps oficiales).

A esas opciones gratuitas recurrían también investigadores que, sin tener que pagar por ello, utilizaban “uno de los conjuntos de datos más potentes del mundo” (en palabras de la propia Twitter) para trabajar sobre temas como el discurso de odio, los abusos en redes sociales, el comportamiento humano en general por todo el mundo o combatir la desinformación, entre otros muchos asuntos.

Si pequeñas compañías y programadores aficionados tienen ahora que pagar, eso reducirá a buen seguro la innovación en un sector, y una plataforma, que tanto se ha beneficiado a lo largo de los años del talento más allá de Silicon Valley.

Y, si los investigadores (académicos, activistas, ONG, periodistas o cualquier otro profesional que se les ocurra) tienen que pagar, nos quedaremos a oscuras, a merced de los algoritmos de Elon Musk. Al menos mientras Twitter siga funcionando o continúe siendo relevante.

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