La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Más allá de la voz de la Laura Gallego
Tecnología
Pasó con la Siri de Apple, la Alexa de Amazon y también con el asistente de Google. Cada vez que surge una herramienta a la que se le pueden hacer preguntas, encargarle tareas y hasta conversar, medios y redes sociales se llenan de artículos y reacciones que se reparten, no de forma equitativa, entre los comentarios laudatorios sobre el avance que suponen y los apocalípticos que preconizan poco menos que el fin de la raza humana. Todo ello intercalado con las bromas, chistes y, en definitiva, el cachondeo. Y si piensan que eso de reírnos de todo es exclusivo de los españoles, se equivocan.
El último hallazgo en añadirse a esta lista de elogiados/vilipendiados/inspiradores de cachondeo es un chatbot al que hay quien atribuye hasta el fin de profesionales como la que firma esto: los periodistas.
El bot en cuestión es obra de la firma californiana OpenAI, nacida en 2015 y que cuenta entre sus fundadores con Elon Musk (que se marchó en 2018) y, entre sus patrocinadores, con firmas como Microsoft, que aportó unos 1.000 millones de dólares en 2019. Uno de los productos más conocidos de OpenAI es DALL-E, una aplicación para generar imágenes a partir de descripciones.
El último proyecto de esta entidad (que, como su propio nombre indica, está dedicada a la inteligencia artificial y además no tiene ánimo de lucro) es un chatbot, ChatGPT, que ha causado bastante revuelo desde su lanzamiento hace un par de semanas por su capacidad para mantener conversaciones sobre casi todo, responder preguntas e incluso crear contenidos. Todo ello usando lenguaje natural que muchos no dudan en calificar de casi humano.
La aplicación está en fase de pruebas y parte de GPT-3 (usa en realidad GPT-3.5, la siguiente versión), que como el sistema de diálogo de Google LaMDA y modelos de lenguaje como BERT está construido sobre Transformer, arquitectura de red neuronal desarrollada por Google Research, que abrió el código en 2017. Volviendo a Microsoft, tanto ChatGPT como GPT 3.5 han sido entrenados en la infraestructura de superordenadores de Azure.
Estos modelos de lenguaje se basan en aprendizaje profundo o deep learning para recopilar, estudiar y analizar el lenguaje humano para encontrar patrones y predecir posibles respuestas e interacciones para dar esa idea de una conversación real (no con una máquina) o producir textos que parezcan haber sido creados por personas.
[De hecho, en Google trabajan con escritores profesionales en Wordcraft, basado en LaMDA, para experimentar con la redacción de textos asistida por inteligencia artificial. El primer resultado es una colección de relatos que se puede leer en Wordcraft Writers Workshop.]
OpenAI lanzó el 30 de noviembre ChatGPT y en apenas un par de días había superado el millón de usuarios. La aplicación permite chatear en multitud de idiomas con una inteligencia artificial que, según quienes la han probado, es coherente y tiene en cuenta lo hablado previamente en una conversación. Su inteligencia artificial está alimentada por una enorme muestra de texto extraída de internet, aunque, al no estar conectada a la Red en tiempo real, sus conocimientos llegan hasta 2021.
OpenAI destaca no solo esa naturalidad, sino también el formato de diálogo que utiliza y sus casi infinitas posibilidades, que abarcan desde preguntas de seguimiento, admisión de errores, cuestionamiento de premisas incorrectas o rechazo de solicitudes inapropiadas. A pesar de que ChatGPT tiene obviamente sus limitaciones, sí consigue esa sensación de estar ante una persona y no una máquina.
No es este el único proyecto similar en marcha. En Meta (Facebook), por ejemplo, un grupo de investigadores ha desarrollado Cicero, que han probado con el juego de mesa Diplomacy, que requiere que los participantes muestren su talento negociador. “Si no habla como una persona real, dando muestras de empatía, construyendo relaciones y hablando correctamente, no podrá forjar alianzas con otros jugadores”, explicó Meta.
Character.ai, start-up fundada por ex ingenieros de Google, tiene también un chatbot experimental que puede adoptar cualquier personalidad para conversar con un falso Sherlock Holmes, Sócrates y hasta Donald Trump.
Sin necesidad de aludir a Skynet y a la toma de conciencia de sí mismas de las máquinas, el uso malintencionado de estas tecnologías puede engañar a seres humanos con informaciones falsas o estafas. La propia OpenAI advierte en su web que el chatbot puede generar “informaciones incorrectas” o “producir instrucciones peligrosas o contenidos sesgados”.
Y, relacionado con ello, estos bots suelen ser moralmente neutrales, no toman decisiones ni juzgan. “Es interesante ver que las personas se preguntan si los sistemas de IA deberían comportarse como los usuarios lo desean o como sus creadores lo previeron”, tuiteó Sam Altman, cofundador y jefe de OpenAI, que añadió que “el debate sobre qué valores dar a los sistemas va a ser uno de los más importantes”.
Según Altman, ChatGPT es solo una prueba de lo que será posible hacer con las interfaces de lenguaje basadas en inteligencia artificial. “Pronto podrás tener asistentes útiles que hablen contigo, respondan preguntas y den consejos. Más adelante se podrá tener algo que vaya y haga tareas por ti. Con el tiempo, podrás tener algo que te descubra nuevos conocimientos”, explicaba en la presentación del producto.
Por ahora, según lo visto en redes sociales, el principal uso de quienes lo están probando es recurrir a él como alternativa a consultas en buscadores como Google, aunque sus resultados puedan ser erróneos o contradictorios (si se cuestionan esos errores, el bot es capaz de admitir su fallo y buscar una solución).
Otros usuarios han destacado su capacidad en temas más específicos: programadores para escribir rápidamente un código complejo o en un lenguaje poco habitual y profesores han dicho que es capaz de responder adecuadamente preguntas de sus exámenes (no son pocos los estudiantes, por cierto, que están probando sus habilidades para hacerles los deberes).
Y hay otras pruebas que casi todos los redactores que están escribiendo estos días sobre ChatGPT están llevando a cabo: su capacidad para componer textos bien escritos y coherentes que podrían, quizás en un futuro no muy lejano, redactar artículos como este... Que puede haber sido escrito por quien lo firma, o puede que sea obra de ChatGPT.
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