La ventana
Luis Carlos Peris
Perdidos por la ruta de los belenes
Opinión
Durante la crisis sanitaria y económica producida por la COVID-19 hay que resaltar el esfuerzo y la gran labor realizada en general por todos los agentes del sector agroalimentario -agricultores, ganaderos, industrias, transportistas y distribución-, sin cuya actividad no hubiera sido posible sobrellevar esta crisis ni abastecer de forma eficiente a la población de alimentos básicos.
En el caso del porcino de capa blanca, uno de los sectores agroalimentarios más importantes de nuestro país, podemos decir con mucho orgullo que ha estado a la altura de las circunstancias demostrando, como debe ser en los momentos más difíciles, su grado de compromiso con la sociedad. Un trabajo impecable que, además de asegurar el abastecimiento de carne y elaborados del porcino a toda la sociedad, convirtiéndose en un sector esencial, ha permitido evitar la paralización de la economía en miles de pueblos de nuestra geografía.
El elogio para todos los profesionales del sector porcino es necesario. Han trabajado a pleno rendimiento, pero las consecuencias de esta pandemia también han calado de una u otra forma en todos ellos. Por un lado y muy especialmente se han visto afectados los productos altamente dependientes del canal HORECA, como el cochinillo o los jamones y paletas, para los que el cierre de bares y restaurantes ha resultado muy negativo.
Asimismo, y según los datos recabados por INTERPORC, el 82% de los agentes del sector considera que el impacto de la pandemia en su actividad ha sido significativa, bien por las medidas que han tenido que adoptar en los procesos de trabajo (incrementos o descensos en los ritmos de producción), en las instalaciones (desinfecciones, colocación de mamparas, etc.) o por las referentes a sus trabajadores (modificación de turnos, teletrabajo u otras medidas).
Estrictos protocolos
Todas las empresas, que ya cumplían con anterioridad a esta crisis, con estrictos planes sanitarios individualizados de prevención, protección, limpieza e higiene para la protección de sus trabajadores, han adaptado y reforzado sus medidas desde el primer momento para mantener la actividad y abastecer a la población con total seguridad.
Por poner algunos ejemplos, el 43% de las empresas ha implantado la opción del teletrabajo, el 35% ha incrementado el número de turnos y el 3% ha modificado sus horarios para evitar un número importante de trabajadores en las instalaciones.
Asimismo, todas las granjas e industrias del sector porcino han incremento la limpieza, desinfección e higiene en todas las instalaciones y han adoptado las medidas establecidas por las autoridades sanitarias, como el uso de mascarillas y guantes, el control de temperatura, la desinfección a fondo de las instalaciones, la obligatoriedad de mantener distancias físicas o la continua información a sus trabajadores.
Nuevas oportunidades
Con todo, y a pesar de lo vivido, los profesionales del porcino ven con optimismo el futuro del sector tras la crisis del COVID-19, e incluso creen que será un sector todavía más potente y competitivo. Por supuesto, fomentando los pilares en los que se asienta nuestro modelo de producción y con los que nos hemos convertido en un referente internacional: calidad y seguridad alimentaria, protección del medio ambiente y cuidado del bienestar animal, pero también aprovechando que en esta situación tan difícil junto a la necesidad de seguridad sanitaria y seguridad alimentaria, ha resurgido en la sociedad el sentimiento de cercanía, de volver a nuestras raíces y nuestros pueblos, en muchos casos, despoblados, vacíos y empobrecidos.
No es fácil encontrar e implantar innovadoras iniciativas, viables y realistas, que generen actividad económica en estos municipios, sin embargo, el sector porcino, lo hace, generando empleo y riqueza en miles de municipios. El 43% de las granjas, el 45% de las industrias del sector porcino (2.275) y el 35% del empleo directo de estas industrias se asienta en municipios de menos de 5.000 habitantes, donde se concentran más de 21.000 trabajadores solo en la rama industrial.
Las cifras ponen en valor la importancia del sector porcino en el presente y futuro de nuestras zonas rurales, porque generamos empleos estables y de calidad en industrias, en granjas y en empresas auxiliares.
El compromiso del sector porcino con la sociedad es lo primero, tanto como proveedores de alimentos como motor de la economía de España. Y eso es posible desde esas granjas e industrias rurales que mejoran la vida de miles de nuestros pueblos. Sin duda, la COVID-19 ha causado y sigue generando estragos sanitarios y económicos de forma globalizada, y entre todos debemos trabajar para recuperar la verdadera normalidad. El sector porcino, sin duda, cumplirá con creces y seguirá siendo el motor económico y de empleo, no podemos olvidar que generamos más de 300.000 empleos y 20.000 millones de euros de facturación, de esas áreas que más lo necesitan, como son nuestra zonas rurales.
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