Un paraíso al otro lado del río Guadalquivir
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Doñana es una de las reservas naturales protegidas más importantes de Europa
Al otro lado de la desembocadura del río Guadalquivir se encuentra uno de los parajes naturales más importantes y hermosos de España que todavía se pueden visitar, a pesar del coronavirus: el Parque Nacional de Doñana. Un espacio natural considerado como una de las reservas de la biosfera protegidas más importantes del viejo continente. Cercano a Sanlúcar, es una encrucijada clave para las rutas migratorias de aves entre la masa continental africana y europea y supone, además, el último refugio para numerosas especies en peligro de extinción.
En Doñana conviven más de 300 familias diferentes de aves a lo largo del año, al ser lugar de paso, cría e invernada para miles de ellas (acuáticas y terrestres) europeas y africanas. Aquí reposan aves acuáticas de toda Europa Occidental, localizándose infinidad de especies en las marismas y alrededores, procedentes de África y Europa.
Con diferentes instituciones científicas en su interior que velan por un desarrollo adecuado de las comarcas limítrofes y la conservación de algunas especies muy delicadas que habitan en él, se considera la mayor reserva ecológica de Europa.
Formado por un espectacular paisaje de tierras llanas, destacan dos principales ecosistemas: los bosques de pino y matorral mediterráneo que crecen en un suelo básicamente arenoso, y la inmensa marisma, terrenos inundables formados por arcillas impermeables con un régimen hídrico muy estacional.
Al Parque Nacional de Doñana se puede acceder en barco, desde el muelle instalado en la playa de Bajo de Guía. Una vez allí, en la otra banda –tal y como le llaman los sanluqueños a la playa de Malandar–, puede recorrerse el parque por diferentes accesos, siendo el más concurrido el que realizan las hermandades allá por el mes de mayo en su camino del Rocío (aunque este año no ha sido posible).
En verano, Doñana ofrece visitas guiadas o a caballo, a una de las reservas más maravillosas de la península ibérica. Su fauna es extensa. Se encuentran catalogadas 20 especies de peces de agua dulce, 10 de anfibios, 13 de reptiles y 37 de mamíferos no marinos.
Entre su vegetación de pinos y matorrales conviven ciervos, jabalíes, conejos, gamos, jinetas, vacas marismeñas, zorros y tejones, entre otras especies. La más destacada sin lugar a dudas es el lince ibérico, el auténtico rey de Doñana, en peligro de extinción y que encuentra su hábitat en este oasis natural de Andalucía Occidental. También destaca la presencia de caballos salvajes. Se pueden mencionar dos razas de équidos autóctonos, el caballo marismeño y el caballo de las retuertas, este último está considerado la raza de caballo más antigua de Europa y España. Ambas se encuentran en peligro de extinción.
El Águila Imperial es otro de los emblemas del parque. Se encuentra casi tan amenazada como el propio lince. Apenas 10 parejas habitan en el parque. Finalmente, en Doñana podemos encontrar a la tortuga mora, reptil en peligro de extinción, que tiene en las arenas de este emblemático lugar uno de los pocos lugares donde poder encontrarla. Llega a vivir 100 años.
Amplia oferta de arena y sol variada y segura
La provincia de Cádiz cuenta con más de 170 kilómetros de playas repartidas por todo el litoral gaditano. Existen en concreto hasta 83 playas y calas de distinta tipología. Unas son urbanas y otras se enmarcan en paisajes más naturales, lo que las convierte en espacios únicos. Encontramos playas que son más accesibles que otras y también hay algunas que cuentan con más servicios disponibles para los usuarios. La oferta gaditana es variada y presenta alternativas para todos los gustos, de manera que en todas ellas se puede disfrutar del binomio mar-arena tan deseado cuando llega este tiempo. El inicio de la época estival de 2020, marcado por el Covid-19, ha evidenciado que, tras el confinamiento por el estado de alarma, hay muchas ganas de playa como la de Las Piletas, en Sanlúcar de Barrameda, donde siempre se han celebrado las Carreras de Caballos. No disfrutaremos del galope este año, no, pero con precaución y distanciamiento social nos seguirá emocionando el ocaso desde la arena, recordando a los centauros cabalgando sobre ella.
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