Incremento de costes de producción y la repercusión en los precios en la horticultura de Almería

La preservación de la agricultura en sus entornos naturales y sociales, dentro de sus propios sistemas productivos locales y el papel en los ámbitos de la multifuncionalidad y de la sostenibilidad, va a ser fundamental para evitar que se convierta en un sector altamente especulativo. Los problemas de abastecimiento en las cadenas de suministro, la inflación de costes y la subida del precio de la energía, se podría considerar un error si los tratamos como “coyunturales”.

Las claves en la horticultura provincial son la sofisticación, la competitividad y la innovación, que ha dado lugar a una agricultura tecnificada y digitalizada con vocación exportadora y en constante transformación para adaptarse a los mercados, que la hace muy sensible a los cambios de los mismos y a las condiciones de distribución.

Detrás de esta agricultura tan avanzada hay una estructura de la propiedad minifundista, apoyada en un sistema de organización de la oferta basada en soluciones de economía social, que ha sido capaz de dotar a esta agricultura de una mayor resiliencia y capacidad de adaptación, compensando márgenes con volumen.

El desfase entre los insumos, cada vez con mayor valor añadido y, subsecuentemente, cada vez más caros y, los precios percibidos por el agricultor, mucho más moderados y cada vez más volátiles, expone al agricultor a riesgos importantes en su gestión.

La preocupación que siente el sector por la subida continuada de los costes, es una realidad, pudiéndose calificar de inasumible por parte de los productores de frutas y hortalizas para su consumo en fresco. De modo global, con datos de FEPEX, el precio medio de frutas y hortalizas exportadas ha subido un 1,6 % en 2022, situándose en 1,25 euros/kg; mientras que, con los datos de costes de producción los insumos han subido un 24 %. Todo ello, en el caso de Almería, acompañado de una bajada en la superficie de tomate, melón y judía, con subidas en la superficie de pimiento, pepino, berenjena, calabacín y sandía, que según datos oficiales ha hecho que la renta agraria al productor le baje un 5,5%.

Por lo que respecta a la comercialización, los ingresos de los productores se mantienen, principalmente, por la estabilidad de los precios en promedio. Ante esta situación de estabilidad de precios, caben dos sencillos análisis. Por un lado, habría que bajar la oferta de ciertos productos para atender a una demanda estable y, por otro lado, para no perder competitividad, habría que ampliar la gama de productos que ofrece el modelo, aprovechando las ventajas de nuestro sistema de comercialización.

Objetivamente, se puede observar cierta estabilidad de los precios medios, en torno a los 0,56 €/kg, desde 2002 a 2020, con un pico destacable en los 0,68 €/kg sólo en 2017, que coincide con el mejor año de la historia en la rentabilidad económica para el modelo.

Actualmente, hay cierto consenso en que el modelo productivo de Almería requiere una reorientación. Con la estructura actual, no parece que seamos capaces de hacer que Almería siga siendo la provincia española de más de 500000 habitantes que crece el 20% de la población andaluza entre 2000 a 2020. Tampoco parece fácil que se pueda mantener un volumen de producción de 3,5 millones de toneladas de hortalizas con un producto bruto de más 2200 millones de euros al año.