Tribuna Económica
Carmen Pérez
T area para 2025
Copenhague/Reykjavik/El volcán que colapsó el tráfico aéreo en Europa debería llamarse Kreppa, lo que en islandés significa crisis financiera. Se trata de una propuesta cargada de ironía publicada por estudiantes en el foro social de internet Facebook.
Y es que, en realidad, la crisis por el monumental endeudamiento de Islandia ha asestado a los descendientes de vikingos un golpe mucho más duro que la lava y la ceniza del volcán glaciar.
A diferencias de los colapsos bancarios, las erupciones pertenecen a la vida cotidiana. Por ello los islandeses conservan la serenidad, pese a todos los chistes sobre volcanes que circulan en el otro lado del océano: "Pedimos cash'", dice un juego de palabras entre los términos ingleses cash (efectivo) y ash (ceniza).
En Islandia casi todo el mundo habla un inglés muy bueno. Lo demostraron también los agricultores en la región del desastre natural, en el glaciar de Eyjafjalla, en numerosas entrevistas con los reporteros que se desplazaron al país. Su reacción al chiste del cash está cargada de humor: "Fue el último deseo de la economía islandesa: que sus cenizas se esparcieran sobre Europa".
Los islandeses reían a carcajada limpia cuando a comienzos de semana llegó la noticia breve a través de Breaking News emitida por el canal televisivo estadounidense MSNBC, que afirmaba: "El Hekla entra también en erupción". El canal creía saber más que todos los vulcanólogos del mundo y difundió la información como aviso de Twitter. La contestación de Reykjavik: alguien ha debido de entender mal el rótulo en islandés de las imágenes por cámara web en Internet.
Hekla (cofia, también conocido como Puerta al infierno) es el mayor de los alrededor de 30 volcanes activos en la isla. Lleva dormitando desde hace diez años y no da la menor señal de que vaya a entrar en erupción.
En caso de que lo hiciera, entonces el Katla (Gran cazuela), contiguo al Eyjafjalla, podría volver a activarse, lo que desataría una erupción a gran escala.
"Ahora tenemos un cráter de 500 metros. El del Katla podría tener unos diez kilómetros", explicó en televisión un residente que vive cerca del volcán la preocupación de los islandeses al respecto, en vista de que una erupción del Katla constituye el verdadero peligro en la actualidad.
Sin embargo, en este momento otros peligros arrebatan el sueño a algunos de los en total 800 islandeses directamente afectados. Annika Rosén, granjera que desde hace casi dos décadas reside junto al Eyjafjalla, libra junto a su marido y su hija de 16 años una batalla tanto con el teléfono como con la ceniza que lo invade todo: "El volcán todavía no nos ha quitado el sueño. Eso lo hacen los periodistas que aún no conocen ni siquiera la diferencia horaria entre su país e Islandia".
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