¿Qué es el tubérculo de Darwin? La enfermedad que sufre el hijo de Carla Barber
El 10,4% de la población adulta española, el 40% de los adultos en India y el 58% de los escolares suecos cuentan con esta afección
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La afección conocida como tubérculo de Darwin se ha convertido en tendencia en las últimas horas debido al anuncio de Carla Barber tras su reciente maternidad, exconcursante de Supervivientes, ya que su hijo la padece: "Respecto al bultito que tiene en la oreja, se llama tubérculo de Darwin y no es un quiste ni nada que se tenga que quitar. Es hereditario, lo tiene mucha gente y mi pequeñito lo ha heredado. Además, lo tiene en la misma oreja que yo".
El tubérculo de Darwin, o tubérculo auricular, consiste en una afección congénita del oído que en numerosas ocasiones se presenta como un engrosamiento en la hélice que une los tercios superior y medio.
¿Cómo afecta a la salud auditiva?
Su nombre procede del prestigioso naturalista de origen británico Charles Darwin y conlleva un engrosamiento que suele hacer aparición en fetos de 5 a 6 semanas de gestación. El propio Darwin lo bautizó como punta Woolneriana, en honor a Thomas Woolner, escultor también británico que la representó por primera vez en una de sus esculturas. Es una parte vestigial muy frecuente en mamíferos y se encuentra situado en el borde de la oreja. No conlleva gravedad debido a que su localización no tiene ningún funcionamiento específico.
El tubérculo de Darwin se trata de una malformación de carácter simple por lo que no conlleva ningún tipo de pérdida auditiva en sus portadores. Las previsiones apuntan a que hasta el 10,4% de la población adulta española, el 40% de los adultos en India y el 58% de los escolares suecos cuentan con esta afección. Puede estar presente en tan solo un oído de manera unilateral o en ambos. Al tratarse de un órgano vestigial su función se ha ido perdiendo fruto de la evolución del ser humano y actualmente no cuenta con ninguna función en nuestro cuerpo.
La teoría de la evolución de Darwin explicó en su tiempo la existencia de este tipo de órganos vestigiales: aquellas partes de nuestro cuerpo que con la evolución han ido perdiendo sus funciones hasta convertirse en nulas. En total, en el cuerpo humano existen hasta ocho tipos de estos órganos, fruto de la herencia evolutiva de nuestros antepasados. Este es el caso del tubérculo de Darwin, un órgano vestigial cuya presencia no debe alarmar a su portador.
Hace millones de años estos órganos cumplían papeles imprescindibles dentro de la especie portadora, pero actualmente su presencia es meramente decorativa. De hecho, esa es la causa de que tan solo parte de la población cuente con estos rasgos, dado que su tendencia natural es desaparecer por simple selección natural. El tubérculo de Darwin, los senos paranasales, el propio coxis o incluso las falanges del dedo pequeño del pie son órganos vestigiales.
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