Los síntomas del TDAH suelen aparecer antes de los 18 meses
Infancia
En el 79% de los casos es la propia familia la que tiene las primeras sospechas.
Casi la mitad de las familias con hijas o hijos que padecen Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactiviudad, tuvieron las primeras sospechas antes de los 18 meses, pero análisis retrospectivos confirman que los síntomas están presentes con anterioridad. Esa es la media estimada de tiempo que se tarda en comenzar a encauzar en el ámbito clínico un caso de TDAH. Esta aproximación ha sido realizada por María del Sol Fortea, Olga Escandell y José Juan Castro, de la Facultad del Departamento de Psicología y Sociología de la Universidad de las Palmas.
El análisis elaborado en España por el Grupo de Estudio de los Trastornos del Espectro Autista (Getea) cifraba en un 82,4% el procentaje de los casos en los que es la familia quien establece la primera sospecha de una alteración en el desarrollo de su hijo, lo cual se produce al año y medio de edad, solicitando la consulta inicial cuatro meses más tarde. A partir de ese momento, las familias suelen consultar a diferentes profesionales hasta recibir el diagnóstico de trastorno generalizado del desarrollo (TGD), en torno a los cuatro años y cuatro meses como media, lo cual supone una búsqueda activa por parte de las familias y una demora en el diagnóstico de 2 años y 2 meses. "La detección temprana de los TEA es de suma importancia para un desarrollo óptimo de las personas afectadas y su justificación última reside en que permite mejorar el pronóstico global de las personas con TEA y aumentar la calidad de vida de los niños, promoviendo así su futura inserción social", recoge el estudio.
Según sus resultados, el 79% casos fue la propia familia quién tuvo las primeras sospechas de que algo no iba bien en el desarrollo evolutivo de los niños, seguida de los profesionales de la educación (15%) y la sanidad (pediatras, 4% y psicólogos, 2%). Los comportamientos que originaron la preocupación fueron variados, aunque la mayoría presentaban signos comunes. Los más habituales fueron: movimientos repetitivos de todo el cuerpo, ausencia o retraso del lenguaje, dificultades socioemocionales, mirada alterada, conductas disruptivas, falta de atención, ausencia de respuesta a su nombre, no juega, parece sordo, pérdida de lenguaje, comunicación alterada, no señalar, no comprender el lenguaje y parecer demasiado tranquilo.
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