Tribuna Económica
Carmen Pérez
T area para 2025
La del fracaso ha sido la mayor sensación en la cumbre del clima que se ha celebrado durante dos semanas en Madrid y la frustración es común denominador entre muchas delegaciones oficiales, ante la imposibilidad de sacar adelante un acuerdo ambicioso que alinee el compromiso político con las evidencias científicas y las demandas sociales.
La Presidencia chilena de la cumbre COP25 ha sido este sábado objeto hoy de las críticas de una gran parte de los delegados que han intervenido para hacer balance en una sesión al inicio de la jornada de prórroga, tras la que se debía celebrar poco después el plenario de cierre y dar carpetazo a los acuerdos, pero este se pospuso durante el día en reiteras ocasiones.
Pero los más contundentes contra la Presidencia chilena han sido las organizaciones no gubernamentales, que advirtieron de que el último texto que se presentó retrotrae la negociación climática a tiempos anteriores al Acuerdo de París de 2015.
“Decepcionante” , “inaceptable”, “débil”, “injusto” y hasta “inmoral” son algunos de los adjetivos que los representantes de organizaciones conservacionistas y científicos han dedicado este sábado al texto que había presentado la Presidencia chilena.
Las principales diferencias que continúan separando a muchos países e impidiendo el acuerdo se centran en la ambición climática; algunos, liderados por la Unión Europea (UE), inciden en la importancia de que todos los Estados que se han sumado al Acuerdo de París revisen al alza sus compromisos para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (las Contribuciones Nacionales Determinadas).
Otros países, entre ellos Brasil, China y la India, prefieren ralentizar esas contribuciones al alza y dan una mayor prioridad a las revisiones de los compromisos financieros de las naciones más desarrolladas para contribuir a mitigar los efectos del cambio climático en las más vulnerables.
Distancia mucho a las partes todavía la regulación de los mercados de carbono (el artículo 6 del Acuerdo de París) y su ordenación en un sistema único y transparente que ordene el comercio de derechos de emisión de dióxido de carbono en todo el mundo.
Persisten dos grandes escollos relacionados con los mercados de carbono: uno, el referido a la doble contabilidad que algunos países quieren evitar y, otro, el relativo a la transición de los remanentes de derechos de emisiones que algunos Estados conservan del Protocolo de Kioto y que pretenden mantener en la transición al Acuerdo de París.
Muchas de las partes presentes en la Conferencia defienden que se aparquen los asuntos más técnicos y sofisticados de esa regulación de los mercados de carbono hasta otra cita para no bloquear o impedir el acuerdo final, ya que esta falta de consenso no impide que el Acuerdo de París entre plenamente en vigor en 2020.
Algunos países han sido también muy críticos con la prioridad que concede el texto al informe científico sobre los océanos frente al del uso de la tierra.
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