Tribuna Económica
Carmen Pérez
Los gastos navideños y sus pagos
El anisakis es un parásito del pescado que viene del mar, en estado salvaje. Suele vivir en mamíferos marinos que no solemos consumir como las focas o las ballenas.
El problema surge cuando ese animal expulsa en las heces las larvas y es cuando se produce el consumo del anisakis por otros peces que sí ingerimos los humanos. Por tanto, no se puede encontrar en los ejemplares de piscifactorías ni en los pescados de agua dulce.
La aparición del vídeo del anisakis en una merluza, ha vuelto a poner sacar al primer plano a este parásito, pero lo cierto es que es común en muchos de los pescados que compramos.
Entre las especies más comunes en las que podemos encontrar el anisakis están la pescadilla, la caballa, el salmón y la merluza. Pero es fácil acabar con este parásito simplemente cocinando el producto.
Las larvas de anisakis mueren cuando alcanzamos temperaturas superiores a 60º C durante 5-10 minutos. Un pescado hervido, a la plancha o, incluso, hecho en microondas suele cumplir con esas condiciones, por lo que no tendremos el problema en ese caso.
Aquí es donde podemos encontrarnos con más opciones de tener algún 'invitado' de más en el plato. El vinagre, el ahumado y el marinado son técnicas de cocinado que no eliminan por completo el anisakis. ¿Qué se puede hacer entonces? La solución pasa por congelar el pescado antes de consumirlo. A -20ºC durante un 24-48 horas es suficiente para acabar con cualquier rastro parasital.
Si no se han seguido las sencillas técnicas para evitar su aparición y acabamos consumiendo el anisakis, lo más probable es que sufras una gastroenteritis un día o dos después de haberlo consumido. Vómitos, diarreas y dolor de estómago serán los síntomas evidentes. En los casos más graves e infrecuentes, puede provocarse una obstrucción intestinal.
Además, en caso de intolerancias y alergias, puede quedarse en una simple urticaria o complicarse con efectos graves como el shock anafiláctico.
Cada vez hay más peces con anisakis por culpa, una vez más, del hombre. Los pesqueros que faenan en alta mar suelen eviscerar a sus capturas directamente en el barco y los desperdicios los tiran al mar. ¿El problema? El parásito se encuentra en el sistema digestivo del animal capturado.
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