Una pequeña revolución
SORPRESA. Enorme sorpresa. Ocho años después el cardenal Bergoglio ha sido elegido Pontífice Máximo. Un cardenal argentino, jesuita, con una enorme autoridad moral en el colegio cardenalicio toda vez que se dice que en el cónclave de 2005 había sido el segundo cardenal más votado y que entre lágrimas pidió que no continuase este apoyo. Bergoglio, el jesuita bonaerense, toma el nombre de Francisco. Su rostro mana paz, destila tranquilidad y emoción. A medio camino entre Juan XXIII, el papa Roncalli, y Juan Pablo I, el papa Luciano. Sus palabras han sido de humildad, la humildad del vicario que pide rezar por el obispo emérito Benedicto XVI, su antecesor, la humildad de quien pide que el pueblo bendiga y rece también por su obispo.
Una vez más quien entra papable sale de cardenal. Asume a sus setenta y seis años un reto hercúleo. Titánico. Modernizar y renovar, modernizar y retornar a la tradición, al Evangelio, al camino de Cristo. Situar a la Iglesia del siglo XXI en la sociedad del siglo XXI. A comprender y entender pero también insuflar su mensaje y su ejemplo a una sociedad cada vez más vacía, hedonista, relativista y materialista. A saber y situar el verdadero papel que hoy los laicos tienen que asumir en la Iglesia.
Viendo la paz y la serenidad emotiva y emocionada de su rostro, éste es un Papa sensible. Quién sabe lo que pasaría por su cabeza y su corazón en la habitación de las lágrimas, donde el peso de la emoción y la caridad, la gratitud y el sacrificio afloran sobre quien se sentará en la cátedra de Pedro y sobre sus hombros descansará una tarea inmensa y difícil. Conocedor del mundo que le rodea. Consciente de los retos, de los problemas, de las dificultades, del tiempo y del momento que vive la Iglesia. Máxime en una sociedad como la latinoamericana y americana en general, donde el catolicismo es numeroso pero donde también las corrientes evangelistas cobran fuerza y protagonismo. Europa, la vieja Europa debe abrir su mente y su corazón a una realidad que nos trasciende y que ya no responde a nuestros viejos cánones y formas culturales. América, Asia y África son hoy el nervio vivo del catolicismo.
¿Será el nuevo papa Francisco el Papa pastor, el Papa gestor y el Papa profeta que necesita hoy la Iglesia?, ¿podrá y sabrá reevangelizar con el mensaje de Cristo, el más auténtico, a una sociedad que vive también entre la indiferencia y el compromiso? No sabemos qué rumbo y qué cariz tomará a partir de ahora la iglesia. Es la gran incógnita. ¿Será el soplo de aire fresco que necesita la iglesia?, ¿le dejarán hacer?, ¿renovará?, ¿convocará un sínodo de obispos y les dará más voz y más presencia?, ¿tal vez un concilio?, ¿se abrirá de nuevo la iglesia a un mundo que cambia a velocidad de vértigo?, ¿reformará y embridará la curia vaticana, los escándalos de pederastia, de las finanzas, las filtraciones, las luchas de poder? Incertidumbre. Pero hoy es sólo un momento de alegría y júbilo para los católicos, de respeto y esperanza para el resto.
Situar el mensaje de Cristo en un momento donde el relativismo y el vacío, donde la razón no lo puede todo, donde el ser humano se aísla y se desespera de sí mismo, donde los valores decaen y se minusvaloran, donde la solidaridad y la caridad se resienten, no es una tarea sencilla, fácil ni rápida. Tesón, ejemplo, esfuerzo, sacrificio, humildad y verdad.
Jorge Mario Bergoglio es el nuevo Papa, es el nuevo vicario de Cristo, tal vez como Roncalli, el Papa bueno diga que sólo es un secretario. La iglesia necesita aires nuevos, bocanadas de realidad, la iglesia de las curias y las jerarquías. Nadie espera ni sabe si sucederá alguna revolución tranquila o no. Las fracturas entre conservadores, progresistas o renovadores no existen. Son tiempos donde las marejadas y confrontaciones teologales e ideológicas se han disipado o diluido. Dicen los vaticanólogos que la adopción del nombre papal marca o sienta el derrotero. La incógnita es total. El nuevo Papa nos dirá por qué adopta este nombre. ¿Tal vez por el gigante jesuita San Francisco Javier, quien fuera gran apóstol de los tiempos modernos? ¿Será Francisco I ese apóstol de los nuevos tiempos del relativismo? Roma y la Iglesia tienen un Papa latinoamericano. Un Papa jesuita o un jesuita Papa. En cierto modo empieza a ser una pequeñísima revolución.
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