SOCIEDAD
Accidente de avión en Corea del Sur con 179 pasajeros muertos

"¡Era lo más parecido al infierno!"

"Muchos niños" entre las víctimas · Los que sobrevivieron no dejaban de preguntar por sus padres · La desorientación y el nerviosismo se apoderaron de casi todas las familias

Bomberos y guardias civiles inspeccionan los restos del avión siniestrado.
Agencias / Madrid

21 de agosto 2008 - 05:03

"Es lo más parecido a un infierno que he visto, los cadáveres estaban hirviendo, nos hemos quemado al cogerlos". De esta forma y con cara desencajada relataba un agente de Policía lo que acababa de ver en Barajas. "Lo que encontramos al llegar no se puede contar. Era indescriptible. Uno piensa que está preparado para todo pero al ver lo que hemos visto te das cuenta de no es así", contaba un bombero que participó en las labores de rescate. "Teníamos que pisar cadáveres para ir a socorrer a otras personas que estaban vivas aunque muchas de ellas ni pedían ayuda porque estaban en estado de shock", aseguraba este bombero entre lágrimas.

"El panorama era desolador, con una dispersión enorme de cadáveres entre los que había muchos niños", narraba Ervigio Corral, director general del Samur. "Me he venido abajo cuando me ha tocado coger a un crío que tenía la misma edad que el mío", decía otro bombero.

Uno de los niños pedía ayuda para su madre y una mujer colombiana no cesaba de repetir: "¿Dónde está mi hijo?", contaba Corral. Otros dos niños supervivientes preguntaban insistentemente por sus padres mientras eran rescatados del aparato siniestrado, declaraba Corral. Además, narró que se llevó una "gran sorpresa" porque entre los heridos encontró a dos compañeros del Samur. "No queda nada que se parezca a un avión, es horroroso, está todo quemado, sólo se veía un amasijo de hierro", decía por su parte un guardia civil.

Lo que hubiera sido el inicio de unas vacaciones estivales en las bellas Islas Canarias, uno de los destinos preferidos por muchos en el mes de agosto, se convirtió ayer en una de las mayores tragedias de los últimos años en España.

"Esto pinta muy mal", se lamentaba el padre de una pasajera que esperaba la llegada de su hija en Gran Canaria. "No contesta nadie", decía un abuelo que trataba de hablar con su nieto, otro de los ocupantes. Muchas eran las personas que intentaban contactar con sus familiares. En la mayoría de los casos sin respuesta.

Marcos Hernández, un joven grancanario de 22 años, relató a su abuela antes del accidente que se iba a retrasar en su llegada a Gran Canaria. La abuela, Consuelo Cabrera, contaba que su nieto venía con su novia y que le llamó para avisarle que el "avión había tenido problemas y había dado un giro antes del despegue, que estaban aguardando por si les cambiaban de avión o no". Cabrera aguardaba en el aeropuerto grancanario a la espera de recibir alguna noticia de su nieto ya que no había podido comunicar de nuevo con el.

No se trata del único familiar que había recibido esta información, ya que desde las Palmas de Gran Canaria, el abuelo de otro de los pasajeros señalaba que su nieto le había telefoneado para informarle de problemas con el vuelo y le indicaron que quizá cambiarían de aeronave.

Fernanda, hermana gemela de otra de las pasajeras -que se encuentra hospitalizada con múltiples contusiones- explicaba que también había conversado con su hermana antes de despegar porque el avión llevaba retraso.

En Las Palmas y en Madrid se habilitaron espacios para que los familiares recibieran ayuda psicológica. El desconsuelo se extendía en las salas mientras de la pista de la Terminal 4 del aeropuerto ascendía una oscura columna de humo.

"El avión estaba todo partido, todo estaba lleno de cuerpos", describía un trabajador del aeropuerto. "No he visto algo así en mi vida", añadía un sanitario. Sólo la parte delantera de la aeronave permaneció intacta. Un ala y la cola quedaron separadas del resto.

"Nos ha costado mucho llegar a la zona del accidente, ha sido duro, hemos llegado y hemos rescatado a las víctimas que hemos podido, unas veintitantas", declaraba Miguel Ángel Sánchez, jefe de la dotación de bomberos.

Otras personas siguen vivas gracias a cambios en el último momento o decisiones que finalmente terminaron salvándoles. Uno de ellos, Rafael, perdió el vuelo por overbooking. Por su parte, Goreti había planeado sacar billete y terminó cambiando de compañía. "He vuelto a nacer, porque había pinchado en internet ese vuelo y por diez euros no lo he cogido", indicaba.

Otra pareja canaria se salvó al perder el avión por tres minutos. Héctor relató que él y su pareja tenían billete para viajar a Gran Canaria de regreso de sus vacaciones estivales. Mientras su pareja no podía hablar por la conmoción, Héctor explicaba que cuando llegaron al mostrador de facturación les dijeron que el vuelo se había cerrado tres minutos antes. La noticia les ha dejado consternados, pero agradecidos de suerte de no haberse subido a ese avión.

"Desorientación, nerviosismo y sobre todo mucho dolor por lo que está pasando" son los sentimientos generalizados entre los más de 250 familiares de los pasajeros, que estaban siendo atendidos por los psicólogos de Cruz Roja Española. "Lo primero, te vienes abajo, porque lo único que sabes es que iba en el avión, y no sabes si está bien, si es uno de los cadáveres", narraba uno de los familiares. Según el portavoz de Cruz Roja, Pablo Navajo, a las 20.00 de ayer había ya más de 250 familiares en la Terminal 4 y "cada vez llegan más". "Ahora mismo hay calma contenida entre los familiares y amigos de los accidentados", añadía Navajo.

El pánico se apoderaba de otros, ya que pasajeros de diferentes vuelos de Spanair comenzaron a hacer colas frente a los mostradores de la compañía con la intención de comunicar su renuncia al viaje previsto y reclamar el equipaje, ya facturado, en medio de un clima de conmoción.

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