La aldaba
Carlos Navarro Antolín
¡Anda, jaleo, jaleo!
Miedo a no ser creídas, temor al agresor, vergüenza, cuestionamiento, restar importancia a la agresión, no querer pasar por un procedimiento judicial revictimizante e incluso la culpa son los motivos que llevan a las víctimas de violencia sexual a no denunciar los hechos.
El abandono de la política de Íñigo Errejón se ha producido después de que se hicieran públicas en redes sociales denuncias anónimas sobre sus comportamientos sexuales y en el ámbito de las relaciones íntimas, unos hechos que el político habría reconocido a Sumar y Más Madrid.
Horas después de la renuncia del exportavoz de Sumar, la actriz Elisa Mouliaá anunciaba que había sido "víctima de acoso sexual por parte de Íñigo Errejón" e interponía una denuncia ante la Policía. A pesar de que ha habido varias denuncias anónimas, sólo Mouliaá lo ha hecho público y ha denunciado.
Cada día se denuncian en España 14 violaciones y 55 delitos contra la libertad sexual, según datos del Ministerio del Interior relativos al primer semestre de 2024. Sin embargo, existe un gran nivel de infradenuncia de la violencia sexual.
Según la última Macroencuesta de Violencia contra la Mujer, el 13,7 % de las mujeres de 16 años o más ha sufrido violencia sexual en España. Solo el 8 % de las víctimas que padecieron violencia sexual fuera de la pareja la denunció.
Preguntadas por los motivos por los que no denunciaron las agresiones, las víctimas contestaron que no concedieron importancia a lo sucedido (30,5 %), la vergüenza (25,9 %) y el temor a no ser creídas (20,8 %). Muchas respondieron que la agresión se cometió cuando eran menores (35,4 %) o que se perpetró en tiempos en los que "no se hablaba de estas cosas" (22,1 %).
La psicoterapeuta especializada en trauma Chelo Álvarez, secretaria de la Asociación de Psicología y Psicoterapia Feminista, explica a EFE que las víctimas tienen "mucho miedo a que no las crean, a un procedimiento judicial que en muchas ocasiones es largo y revictimizante"; que sienten culpa y vergüenza y se ven en riesgo de ser señaladas y cuestionadas por romper el silencio.
"Presentan un sentimiento de culpa importante, 'qué van a pensar de mí, quizá lo pude parar y no supe hacerlo, me van a señalar como culpable'. Que te persigan y te culpabilicen te hunde en la más absoluta de las miserias, y además, por desgracia, no se las suele creer", lamenta Álvarez.
La magistrada y exdelegada del Gobierno contra la Violencia de Género Victoria Rosell incide en que las instituciones deben pensar en ese miedo de las víctimas, "que tiene mucho que ver con no confiar en que te vayan a proteger".
"Sigues teniendo miedo al agresor, pero tienes más miedo a las consecuencias de tu denuncia que lo que te pueda hacer el agresor y eso nos interpela a las instituciones, que no estamos dando una respuesta suficientemente protectora y reparadora", asevera Rosell.
La magistrada recuerda que el poder judicial tiene la exclusiva de declarar que alguien es un agresor y condenarle, pero la acreditación de víctima de violencia sexual no solo es potestad del poder judicial, también de otras instituciones sanitarias o sociales.
"Es muy importante que las víctimas sepan que el Estado las cree y les puede brindar una protección distinta de la penal sin denuncia, si todavía no están listas. Las mujeres que acudan a los servicios especializados van a estar más preparadas para denunciar", sostiene.
Rosell recomienda a las víctimas que guarden todas las pruebas y que vayan a un centro sanitario tras una agresión para que puedan preservar pruebas biológicas por si en el futuro quieren interponer denuncia.
Las expertas precisan que cuando el agresor sexual es un hombre poderoso, las víctimas lo tienen aún más difícil para dar el paso.
"Si la denuncia te va a cerrar aún más puertas o sabes que el agresor te puede fastidiar la vida aún más que de lo que lo ha hecho con la agresión sexual, las mujeres no somos tontas, calibramos los pasos que damos, tenemos en cuenta el escenario. Con los hombres poderosos es mucho más difícil, una piedra más en el camino: en la empresa, en los medios de comunicación, en la política...".
Álvarez señala que cuando los agresores tienen poder y relevancia pública (futbolistas, cineastas, políticos), la víctima sabe que va a entrar en un proceso de señalamiento, que va a ser objeto de persecución de los medios de comunicación y que va a ser juzgada públicamente.
La psicoterapeuta incide en que hay que respetar siempre las decisiones y los tiempos de las víctimas, tanto si quieren contarlo como si no, tanto si quieren denunciarlo como si no, y subraya la importancia de que existan servicios especializados a los que puedan acudir.
La Macroencuesta precisa que el 39,9 % de las víctimas de violencia sexual contó lo sucedido a una amiga; el 28,3 %, a su madre; el 15,2 %, a su padre y el 14 %, a su hermana. Una de cada cuatro (26,6 %) no se lo contó a nadie.
Solo el 42,9 % de los padres, el 37,9 % de las madres, el 30,5 % de las parejas y el 20,1 % de las amigas aconsejaron a la víctima denunciar.
La gran mayoría de las víctimas de violencia sexual no buscó ayuda formal tras lo sucedido.
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