Los médicos se preparan para el efecto del cambio climático en la salud
medio ambiente
La Sociedad Española de Medicina Interna ha presentado un documento con recomendaciones y pide que se forme a todos los profesionales sanitarios sobre su impacto
La Sociedad Española de Medicina Interna ha presentado el documento Cambio climático y salud, elaborado en colaboración con Lancet Countdown. El trabajo, realizado por el doctor Bernardino Roca, del Hospital General Universitario de Castellón, realiza una serie de recomendaciones, entre las que se incluye que se forme a todos los profesionales sanitarios sobre cambio climático.
El impacto de sus efectos sobre la salud se evidencia en el dato de que, en la Unión Europea, por cada grado que aumenta la temperatura, se incrementa un 4% la mortalidad. De esto modo, morirán unas 30.000 personas más al año en 2030 y entre 50.000 y 110.000 más en 2080. Otras cifras relevantes es que ahora hay 57 millones de personas vulnerables más que las que había en 2000. Y que se perdieron el año pasado 153.000 millones de horas de trabajo por el calor extremo, especialmente en Europa y en el Mediterráneo, con 157 millones de eventos con incidencia en la salud el año pasado en todo el mundo relacionados con la ola de calor.
"Las olas de calor van a causar cambios en la seguridad alimentaria y en el aumento de las enfermedades como la malaria y el dengue, al ocupar los mosquitos zonas más al norte. Estos cambios ponen en riesgo los sistemas públicos de salud. Además, circunstancias como no mejorar la calidad del aire en las ciudades, sumado a la poca inversión en políticas preventivas del cambio climático, ahondarán el problema. Afortunadamente, cada vez hay más concienciación de la sociedad, con una menor emisión de gases. Pero queda mucho por hacer", ha advertido el doctor Ricardo Gómez Huelgas, presidente de la SEMI.
Otras enfermedades que ha destacado que aumentarán son el melanoma -por el aumento a la exposición solar- y las enfermedades cardiovasculares y respiratorias, que están muy relacionadas con el empeoramiento de la calidad del aire y con la polución, que se estima que mató a más de 20.000 españoles en 2015. También los problemas renales y los relacionados con la deshidratación crecerán, a causa del calor.
"Los profesionales de salud tienen que saber que el cambio climático es un problema de salud pública. Y deben responder más rápidamente y coordinarse para las emergencias por calor", ha recomendado la doctora Helene Rossinot, autora del documento 2018 Lancet Countdown EU Policy Brief.
En su opinión, es fundamental que las políticas públicas proporcionen a la ciudadanía mensajes y consejos durante las olas de calor como que busquen lugares de sombra y acondicionados y que dispongan y consuman de la cantidad necesaria de agua. Esta información debe estar especialmente centrada en ancianos y otros colectivos vulnerables como las personas que trabajan a altas temperaturas o al sol y los pacientes con enfermedades neurológicas, psiquiátricas, cardiacas, pulmonares, renales o con diabetes.
En muchos de estos casos, se produce el llamado 'estrés por calor': sucede cuando los mecanismos de defensa del cuerpo no pueden evitar el aumento de temperatura corporal y provocan calambres, síncopes y agotamiento por el calor. Los síntomas habituales son el dolor de cabeza, el cansancio, el cansancio, los vómitos y la confusión. La forma más grave del 'estrés por calor' es el golpe de calor, que aparece cuando la temperatura del cuerpo está por encima de los 40 grados e incluye el fallo en diferentes órganos del cuerpo.
Soluciones globales
Hay muchas políticas y opciones individuales que pueden reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y reportar importantes beneficios colaterales para la salud. En 2015, la Asamblea de la Organización Mundial de la Salud expuso un plan que incluye varios aspectos. Su objetivo es coordinarse con otras organizaciones del sistema de las Naciones Unidas y velar por que la salud esté representada adecuadamente en la agenda sobre el cambio climático. Asimismo, animaba a coordinar las revisiones de la evidencia científica existente sobre la relación entre el cambio climático y la salud, y elaborar una agenda de investigación mundial. Asimismo, apoya a la previsión de una respuesta desde el ámbito de la salud pública al cambio climático y fomentar la salud reduciendo las emisiones de carbono.
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