El impuesto a la regla en España

Escocia se convirtió el lunes 15 de agosto en el primer y, por ahora, único país del mundo en establecer por ley la gratuidad de los productos menstruales (como tampones y compresas) para toda la población que los necesite. En España, sin embargo, la situación es distinta.

Sin IVA superreducido (salvo en Canarias)

La aplicación de un IVA superreducido a los productos de la menstruación estuvo sobre la mesa en España durante el desarrollo de la ley de salud sexual y reproductiva y de la interrupción voluntaria del embarazo (también conocida simplemente como ley del aborto), que fue impulsada por el Ministerio de Igualdad encabezado por Irene Montero.

El intento de imponer un impuesto superreducido del 4% (destinado a productos de primera necesidad, como la comida), finalmente no pudo llevarse a cabo por la negativa de Hacienda, por lo que se ha mantenido en el 10%. En su momento, Irene Montero aseguró que seguiría trabajando por lograr esa bajada en defensa de la salud menstrual. Pese a ese revés, la ley sí que incluye el reparto gratuito de productos de higiene menstrual en los siguientes tipos de centro: educativos, penitenciarios y de servicios sociales.

Irene Montero también afirmó que la reducción del IVA tendría un coste de 30 millones de euros, usó también el sobrecoste de la M-30 para ilustrar su teoría, considerando que el precio de dicho sobrecoste permitiría hacer frente a la reducción del IVA durante 69 años.

Hay excepciones, sin embargo. Canarias es desde 2017 la única región de España (y en su momento del mundo) en la que los productos de higiene menstrual están exentos de impuestos. Esto se debe a su régimen territorial especial, al uso del Impuesto General Indirecto Canario (IGIC) y a la posibilidad de aplicar el tipo cero, para productos de primera necesidad como los alimentos, medicamentos o bebidas, entre otros.

En 2017 en una entrevista para el medio Euronews, Rosa Dávila quien era consejera de Hacienda en las islas, defendió la decisión al considerar que así se igualaban a otros productos básicos y eran reconocidos como tal también a un nivel simbólico.