Hallan un conjunto funerario visigodo en las profundidades de una cueva cántabra
Paleontología
Es un hallazgo de los más importantes por su conservación y el lugar atípico de sepultura
Los arqueólogos que trabajan desde hace 25 años en la cueva cántabra de La Garma han recuperado un conjunto funerario de la época visigoda de las profundidades de la cavidad, la galería basal, formado por dos depósitos sepulcrales con restos humanos, espadas y otros objetos metálicos en un excelente estado de conservación.
Los restos fueron encontrados durante unos estudios de control ambiental por el espeleólogo Mariano Luis Serna, que descendió al río subterráneo en el nivel inferior de La Garma para tomar muestras de agua, y han sido rescatados en una compleja operación arqueológica.
Los directores de las excavaciones de esta cueva patrimonio de la humanidad, Pablo Arias y Roberto Ontañón, consideran que este es uno de los conjuntos funerarios más extraordinarios descubiertos en los últimos años en la Península Ibérica, por su estado de conservación y por el lugar atípico donde fueron sepultados los cuerpos en torno al año 700.
Los huesos y los objetos del ajuar funerario han aparecido en una zona que se inunda periódicamente, cubiertos de una pátina negra producida por la precipitación de óxido de manganesio, que es posible que haya favorecido su conservación, han explicado durante la presentación de este hallazgo.
En La Garma ya habían sido encontrados restos funerarios visigodos, en la galería inferior, menos profunda, que permanecen en el yacimiento, del que solo se extrajo el broche de un cinturón para incorporarlo a la colección del Museo de Arqueología y Prehistoria de Cantabria (Mupac).
Después de muchas dudas se decidió extraer los huesos y los objetos para que no acaben arrastrados por el agua, ya que las inundaciones son frecuentes en la galería basal.
Junto a los restos humanos, se ha encontrado una spatha, una espada larga de dos filos de 85 centímetros de longitud; dos ejemplares de scramasax, espadas cortas de doble filo parecidas a un machete; un acetre o pequeño caldero de bronce y otro objeto que aún no ha podido ser identificado.
Las espadas han conservado sus empuñaduras de madera, algo inusual y que podría deberse al óxido de manganesio que las recubre de una pátina negra.
El tipo de materiales hallados sugiere que pertenecen a la misma época que los restos visigodos de la galería inferior de la cueva, en torno al siglo VIII, y que las personas sepultadas eran individuos de alto rango.
Un ajuar como este se ha encontrado en otros yacimientos visigodos situados al norte de los Pirineos, pero en enterramientos no sepultados en los más profundo de una cueva.
Para llegar hasta los restos y poder extraerlos se organizó un amplio equipo de especialistas formado por arqueólogos, antropólogos, restauradores e ingenieros dirigido por Pablo Arias y Ricardo Ontañón.
El equipo que participó en esta operación de rescate, el pasado 9 de junio, tardó más de tres horas en llegar al conjunto funerario tras un recorrido que implicaba descender cuatro niveles desde la entrada de la cueva, situada 50 metros por encima de la galería y avanzar unos 200 metros por el cauce del río.
Los materiales recuperados están siendo sometidos ahora a un delicado proceso de estabilización en los laboratorios del Museo de Arqueología y Prehistoria de Cantabria, que dirige Ontañón.
Después se les aplicará una batería de técnicas analíticas que contribuirán a aportar información de gran valor sobre una de las etapas más oscuras de la historia de Cantabria, sobre la que todavía se sabe muy poco.
Entre otras técnicas se utilizará la datación por carbono 14, isótopos estables del carbono y del nitrógeno para reconstruir su dieta, ADN, metalografía o fluerescencia de rayos X.
El destino final de estas piezas será un espacio dedicado a la arqueología de la época visigoda, dentro de la nueva exposición permanente del Mupac, según ha avanzado el vicepresidente de Cantabria y consejero de Cultura, Pablo Zuloaga.
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