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"Se le ha elegido para limpiar el Vaticano"

Destaca de Bergoglio que es "un hombre espiritual que no actuará para la galería"

M. Muñoz Fossati Cádiz

15 de marzo 2013 - 05:03

El jesuita, periodista y escritor gaditano Pedro Miguel Lamet, sólo acepta "en parte" las felicitaciones por la elección de un sacerdote de su orden como nuevo Papa. "Bergoglio no es exactamente el tipo de jesuita más representativo, sino que es un caso muy curioso, muy incatalogable", aclara Lamet, que cree que más bien lo han nombrado "a pesar de ser jesuita. Es una señal de que no se quiere privilegiar a ninguna familia religiosa en estos momentos", concluye.

Lamet adivina en los primeros gestos del papa Francisco en el balcón del San Pedro lo que va a ser su proceder: "Las manos, por ejemplo, las ha mantenido caídas a los lados, lo que significa sencillez, normalidad, como el hecho de permanecer sin la estola hasta el momento de la bendición, que refuerza ese carácter de falta de exhibicionismo de poder. Y luego, la oración, que demuestra que para él la espiritualidad es fundamental. Y la espontaneidad de su discurso, no preparado, con esa mezcla de sinceridad y de sonrisa un poco tímida como muestra de que la tarea que emprende es muy dura. No va a ser un hombre para la galería". Aunque vaticina Lamet que uno de los primeros gestos simbólicos que hará el papa Francisco será acercarse a los suburbios.

En cuanto a las razones por las que ha sido elegido, considera que son dos: "Primero, porque es de fuera, es un hombre libre que puede limpiar el Vaticano, y segundo porque va a dar testimonio de pobreza en un momento en el que la imagen de la Iglesia está muy deteriorada, por los escándalos relacionados con la pederastia y la corrupción dentro de la Curia, que debe estar muy preocupada ahora, porque todos esos temas tan feos van a terminar saliendo. En estos momentos, él aparece como una persona cercana a los pobres".

Para el jesuita gaditano, su elección es "una solución de compromiso entre dos posturas, la curial que pedía un papa de dentro del Vaticano, y las presiones porque fuera uno de la periferia. Ante esto, se ha optado por un representante de la espiritualidad, que limpie la suciedad y a la vez dé consuelo. Ahí hará una gran labor. Ahora bien, que nadie espere un cambio importante en las doctrinas en el ámbito sexual, o del papel de la mujer en la Iglesia o del bato. Bergoglio ha atacado fuertemente el liberalismo económico, pero no habrá un acercamiento a la Teología de la Liberación".

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