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¿Qué y quién está detrás de los bulos?

Consecuencias de la pandemia

Según un estudio de la Universidad de Oxford, la principal fuente de información falsa o engañosa sobre el coronavirus en España son los políticos

La pandemia de coronavirus ha multiplicado el número de patrañas en Internet.
Miguel Ángel Moreno (Efe)

05 de agosto 2020 - 12:34

Madrid/La pandemia de coronavirus ha puesto sobre la mesa el problema de la desinformación, que ha desplegado un sinnúmero de bulos acerca de supuestas curas milagrosas, teorías conspirativas sobre el origen de la enfermedad o falsedades sobre las medidas de confinamiento o desescalada. Ahora bien, ¿qué busca quien genera un contenido desinformativo y cómo consigue que sea asumido como creíble por otros usuarios? Muchos investigadores e instituciones han estudiado el tema en los últimos meses.

Los creadores de bulos quieren desinformar por diferentes razones, según el profesor de Ciencias de la Información en la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) Alexandre López-Borrull, especialista en el estudio de la desinformación.

Por un lado, están quienes quieren sacar un rendimiento económico (atrayendo visitas a un sitio web), los que buscan un provecho ideológico (difundir una visión política o estigmatizar a un grupo social), los conspiranoicos y los que aspiran a lograr un impacto viral, que se toman la difusión de un bulo como un reto.

"A veces se juntan personas con buena intención, que piensan que alguno de esos contenidos es válido. El principal problema de una infodemia como la actual es que, si desconfiamos de todo, atender a la información que nos lleve a tomar decisiones correctas es más difícil", explica López-Borrull.

Para la investigadora del Barcelona Centre for International Affairs (CIDOB), Carme Colomina, durante esta crisis sanitaria se ha detectado no sólo un aumento de la desinformación, sino una "diversificación de su origen".

"De las teorías conspirativas que hablan de supuestos orígenes de los virus y de objetivos geoestratégicos, a los que pretenden crear alarma social, hasta las gamberradas 2.0 o los que quieren estigmatizar comunidades o alimentar discursos xenófobos", enumera la investigadora.

Un estudio del Instituto Reuters de la Universidad de Oxford revela que, para los españoles, las principales fuentes de información falsa o engañosa sobre el coronavirus son los políticos (43%), seguidos por los medios (36%) y el Gobierno (34%), con porcentajes superiores que en los otros cinco países encuestados (Reino Unido, Estados Unidos, Alemania, Argentina y Corea del Sur).

Para Colomina, este dato demuestra que la desinformación que más se ha compartido durante esta pandemia es la que transita "de arriba hacia abajo". "No es una desinformación que parte de bulos nacidos en la sociedad, sino que viene de agentes políticos", explica.

Sesgos cognitivos, aliados de la desinformación

Las noticias falsas cuentan con un aliado en el receptor: los sesgos cognitivos, un concepto psicológico que define los procesos mentales que permiten hacer deducciones a las personas con un menor esfuerzo, pero que en algunas circunstancias pueden dar lugar a conclusiones erróneas o juicios inexactos.

Uno de ellos es el sesgo de confirmación, que lleva a una persona a dar por cierto aquello que concuerda con sus creencias previas. "Cuando lees algo que confirma tus creencias aumenta la dopamina, que se segrega en situaciones de placer", asegura el catedrático en Periodismo de la Universidad Carlos III de Madrid Carlos Elías, responsable de la Cátedra europea Jean Monnet Unión Europea, Desinformación y Fake News.

También existe el sesgo partidista, que provoca mayor tolerancia a los errores del partido político, religión o ideología del que el lector es afín. "Las contradicciones de tu líder las perdonas más", añade Elías.

Este tipo de prejuicios a la hora de juzgar la información se multiplican gracias a uno de los efectos de la comunicación a través de internet: las cámaras de resonancia, espacios en los que solo recibes información acorde a tus opiniones. "Antes, si estabas en contra de las vacunas, podías no encontrar a nadie que pensara como tú. Ahora, lo puedes encontrar por internet. Esto es nuevo y hace que los sesgos de confirmación sean cada vez más fuertes", recuerda Elías.

"Esto no te lo contarán los medios"

Muchos de los contenidos desinformativos que han circulado durante la pandemia cerraban con la frase Esto no te lo contarán en los medios, que apela a la desconfianza del receptor respecto a la labor de los medios informativos. Aún estando entre los ciudadanos que más utilizan los medios de comunicación para informarse sobre el nuevo coronavirus, los españoles son de los que más desconfían de éstos: un 23% no confían en ellos, sólo superados por los estadounidenses (26%), según la encuesta del Instituto Reuters.

"Ante la falta de certezas hay muchos ciudadanos que creen que aquella información que no llega por la vía oficial es más creíble", explica Colomina. Una tendencia en la que, según Carlos Elías, España tiene el inconveniente añadido de haber pasado hace no tanto por una dictadura. "La gente que ha vivido en una dictadura no cree en las fuentes oficiales, busca otro tipo de información. La confianza en las instituciones y en los medios es menor si se proviene de un pasado dictatorial", explica.

Verificación y formación contra los bulos

Si la vacuna es el antídoto que se espera contra el coronavirus, ¿cuál puede ser el remedio contra la infodemia? Para López-Borrull, el papel de las organizaciones que verifican información es "muy importante". "Han recuperado la idea de que el periodismo es verificar y explicar, y son más importantes que nunca", afirma.

No obstante, según Carlos Elías, los organismos de verificación tienen "muchas dificultades" en una sociedad democrática, ya que su actividad puede "derivar en censura" y ser cuestionada por parcialidad ideológica. "Nosotros, en la cátedra estamos planteando un sistema de algoritmos estadísticos para decidir qué noticias se verifican, y que no seleccione los temas un periodista que puede tener su sesgo. El problema de esto es que los periodistas pierden influencia, pero la verificación gana en neutralidad", detalla.

Todos los investigadores consultados coinciden en la importancia de la formación de la ciudadanía en la lectura de los medios de comunicación o alfabetización mediática. "Es muy importante que haya formación sobre cómo se consumen los medios y cómo detectar si algo es un bulo o no: si salen fuentes con nombres y apellidos, que se puedan rastrear por internet. Que las personas tengan esa formación igual que la tienen para su alimentación", considera Elías.

"Todo pasa por la formación, por educar en la lectura crítica de la información que consumimos", sentencia Colomina, para quien esta crisis va a tener un efecto positivo: recuperar la valoración social del conocimiento de los expertos. "Esta crisis nos devuelve la necesidad de conocimiento científico", concluye.

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