Así detecta nuestro cuerpo al coronavirus y ayuda a buscar nuevas estrategias para defendernos
Sociedad
En pleno proceso de vacunación, todavía el virus de la COVID-19 sigue creando dudas en la población. Una de las más extendidas es cómo afecta este a nuestro cuerpo y cómo desarrollar estrategias para defenderse.
A la espera de los anticuerpos que se generan a través de la vacuna y sin medicamentos específicos para su tratamiento, es nuestro propio organismo el que, a través del sistema inmunológico, debe elaborar una defensa contra el virus.
Ha quedado demostrado que el virus tiene 3 vías de entrada al cuerpo: nariz, boca y ojos. Una de las fuentes de contaminación más frecuentes en los últimos meses son los aerosoles que al respirar, hablar o toser, se trasmiten por la nariz y la boca.
El coronavirus al tratarse de un virus respiratorio tiene su inicio en la garganta, continuando por los bronquios y llegando finalmente a su destino: los pulmones.
Cómo funciona el coronavirus en nuestro organismo
Al entrar en contacto con la COVID-19 y producirse la infección, el virus busca dentro de nuestro cuerpo una célula para vivir y trasmitir su ARN. Una vez conseguida esta invasión, de manera efectiva, comienza a clonarse con millones de copias que van infectando otras células.
Es aquí cuando nuestro organismo detecta al coronavirus y hace que las defensas reaccionen y ataquen, produciendo respuestas del sistema inmunitario traducidas en síntomas como la fiebre, la tos, el cansancio o el dolor de garganta.
Esta respuesta del sistema inmunitario se desarrolla en dos fases de manera paralela. La primera corresponde a la denominada respuesta innata y es la primera que se activa, desviando el flujo de sangre de manera más elevada hacia el lugar de la infección. Esta es la causa de que determinadas zonas del cuerpo adquieran un tono rojo y aumente su temperatura, debido a esta acumulación de sangre que además es portadora de sustancias y células para controlar el patógeno.
La segunda respuesta de nuestro sistema inmunológico es la conocida como respuesta adaptativa y es la encargada de desarrollar anticuerpos específicos para la eliminación del patógeno, en un proceso que aparece desde los 4 a los 7 días, por regla general. Esta respuesta es casi perenne, ya que los anticuerpos desarrollados cuentan con memoria, recordando las infecciones con las que han entrado en contacto para poder responder de manera rápida y eficaz en un futuro.
Es por esto que las personas que ya han padecido el coronavirus muestran cierta inmunidad a una recaída a un segundo contagio, aunque aún no hay evidencias científicas de cuánto tiempo duran estos anticuerpos ni si la inmunidad es completa.
Hasta un 80 % de las personas contagiadas por la COVID-19 han logrado que su sistema inmunológico cree las defensas necesarias contra el virus. Son los denominados asintomáticos o casos leves. Es cuando el virus consigue acceder a las células del organismo y reproducirse sin control cuando llegan los casos más graves.
Las células infectadas se eliminan, en este 20 % de los casos restante, y es cuando actúa el sistema inmunológico estimulando células que provocan una respuesta en forma de inflamación en los pulmones. Esta inflamación puede extenderse al resto del cuerpo y en muchos casos los pacientes entran en shock o traer grandes complicaciones.
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