Papel Albal, Kleenex, Post-it o Jacuzzi: cuando una marca cala tanto que da nombre a un producto
Casos de Genericización
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En el mundo del consumo, algunas marcas logran trascender su estatus comercial para convertirse en parte del lenguaje cotidiano. Este fenómeno, conocido como genéricide, o genericización ocurre cuando el nombre de una marca se convierte en sinónimo del producto que fabrica. Desde pañuelos Kleenex hasta pistolas Táser, y pasando por Post-it o Frisbee, estas marcas han dejado una huella profunda en nuestra cultura, moldeando la manera en que hablamos y pensamos sobre ciertos productos
El término Kleenex se ha arraigado en nuestro vocabulario como sinónimo de pañuelo desechable, trascendiendo su origen como una marca específica. Del mismo modo, ocurre con Papel Albal que usamos en la cocina y que se refiere al papel de aluminio tan útil para tapar productos y conservar sus propiedades. Por otro lado está Velcro, sí efectivamente es una marca. Ese tan útil cierre de gancho y bucle pasó a denominarse velcro, como la marca que le da nombre.
Otro caso es Jacuzzi, esa bañera con chorros a presión que ofrece relajación en casa, hoteles y spas, ha acabado adquiriendo el nombre del invento. En este sentido ocurrió lo mismo con dos palabras que estamos acostumbrados a oír: Frisbee y Táser. El primero hace referencia al disco volador clásico en parques e instalaciones deportivas y el segundo a la pistola de aturdimiento por electrochoque.
Otras muy usadas son Thermo/Termo, para denominar al recipiente térmico que mantiene el calor de los productos, Plexiglass, para referirse a láminas de metacrilato y Aspirina, para denominar al Ácido aceltilsalicílico.
Y en el ámbito digital, en nuestro día a día, Google ha fagocitado el nombre para la acción de buscar algo en internet, destacando el poder de esta marca para influir en nuestra comunicación diaria. Xerox, sobre todo en el ámbito anglosajón, se ha convertido en un verbo para describir el acto de hacer fotocopias.
Y como anécdota final, la bocina eléctrica de los coches, denominada cláxon, recibe este nombre por la marca comercial del inventor alemán del producto, que, adivinad, se llamaba Kláxon.
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