La vida del 'Loco del Chándal', uno de los asesinos más sádicos de Andalucía
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Manuel Gutiérrez González nació en Almadén de la Plata (provincia de Sevilla) en el seno de una familia humilde que unos años después emigraría a Cataluña en busca de una vida mejor. Desde que era niño Manuel mostraba que tenía pocas habilidades y algunas dificultades comprensivas. Pero esto no le impidió, en su etapa más adulta, tener un trabajo como carnicero en el que tenía a mano cuchillos de grandes dimensiones.
En los primeros años de la década de los 90 comenzó a correr el rumor en la ciudad condal de que había un hombre aterrorizando a la ciudad: atacaba a mujeres por la noche, vestido con chándal, armado siempre con algo afilado, las asaltaba, las pinchaba y huía rápidamente de la zona.
La mayoría de ataques los realizaba en las proximidades del metro y el transporte público, bien entrada la noche, y dejaba su firma en todos ellos: realizaba pequeños cortes en los glúteos de sus víctimas con el mismo arma con el que les amenazaba. Hasta 16 mujeres denunciaron entre 1992 y 1993 que un hombre las había atacado en circunstancias prácticamente idénticas.
Hasta que un día, una de ellas corrió peor suerte que el resto. Se llamaba Carmen Díaz y tenía 31 años cuando un día, saliendo de una estación de metro el mismo hombre en chándal la abordó con un cuchillo, la agredió sexualmente y en lugar de provocarle un corte en los glúteos, se lo hizo en la pelvis, cortando la arteria iliaca y provocándole una hemorragia que hizo que se desangrase en apenas unos minutos y perder la vida. Cuando el agresor quiso huir perdió documentación en el camino y unos días más tarde la Policía logró identificarlo y detenerlo.
En el registro de la vivienda encontraron toda una colección de armas blancas: desde cuchillos de gran tamaño a flechas, navajas, incluso una ballesta y un arco. Los investigadores relacionaron con un asalto en un portal, unos días antes, en los que una joven había quedado inconsciente al recibir una paliza tras negarse a una violación.
Manuel González, sin embargo, negó en todo momento cualquier implicación con los asaltos o el asesinato. Hablaba de “montaje policial” para resolver el caso. Según los psiquiatras que le examinaron, el sospechoso sufría una parafilia sádica, o lo que es lo mismo, el placer no se lo producía el acto sexual en sí durante el asalto, sino infringir “un sufrimiento físico o psíquico a la víctima”.
El juicio por el caso duró un total de dos años, en los que parte del argumento de la defensa bailó sobre la posibilidad de considerar a González inimputable por el bajo cociente intelectual, que le imposibilitaría saber lo que estaba haciendo durante los asaltos. Este argumento fue rápidamente descartado.
Así, en 1995 la Audiencia de Barcelona condenó a Manuel González González a 175 años de prisión por delitos de asesinato con alevosía en grado de frustración y homicidio en grado de tentativa, además de un delito de agresión sexual, otro de hurto y dos de lesiones.
Sin embargo la suspensión de la doctrina Parotpor parte del Tribunal Europeo de los Derechos Humanos, que obligaba a aplicar la reducción de condena al máximo de prisión en España (30 años), provocó que el 'loco del chándal' de Barcelona saliese de prisión a pesar de los informes psiquiátricos contrarios a ello.
Vuelta a Almadén
González decidió, por su popularidad en el barrio de Bajo Llobregat por sus ataques, marcharse de vuelta con sus hermanos al pueblo sevillano de Almadén de la Plata, de donde era original, algo que no sentó nada bien a sus vecinos y vecinas. Esto hizo que González emprendiera una guerra personal contra el alcalde de la localidad, llegando a romperle el coche varias veces o incluso intentando quemar dos casas que éste tenía.
A finales de 2020 Manuel González fue detenido por los dos incendios y la Sección Tercera de la Audiencia de Sevilla lo condenó a 18 años de cárcel, algo que finalmente el TSJA redujo a 16 años y desde entonces está cumpliendo condena.
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