Así es el profesor de equitación acusado de agredir sexualmente a siete niñas en Barcelona
El hombre organizaba campamentos y dormía en la misma cabaña que algunas de las niñas de la escuela.
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El instructor de equitación acusado de haber agredido sexualmente a siete menores de edad ya había actuado de forma similar con otra niña en el municipio de Llavaneres.
Tras ponerse la primera denunciar por su actitud negligente se sumaron seis más y actualmente el caso está siendo investigado mientras que el monitor se encuentra en prisión provisional.
Quién es Luixi
Tal y como ha compartido El Periódico de Cataluña, del grupo Prensa Ibérica, Luís P. G., más conocido como Luixi, tiene 38 años. Es natural de Fogas de Monclús, un municipio de la provincia de Barcelona aunque entre 2014 y 2017 decidió instalarse en Sant Andreu de Llavaneres, otro pueblo cercano.
Allí, sin formación académica y sin apenas dinero, Luixi estuvo trabajando como camarero en un bar y como dependiente en una tienda de golosinas. Fue este segundo empleo el que le permitió estar rodeado de menores. Luixi presumía de ser para ellos un adulto de confianza al que acudían a pedir consejo.
En el año 2015 saltaron las alarmas respecto a él porque, presuntamente, organizó una fiesta en su casa a la que acudieron algunas menores de edad.
El asunto fue grave porque las familias llegaron a contactar con los Mossos d’Esquadra y los agentes identificaron a Luixi, según las fuentes consultadas por EL PERIÓDICO, del grupo Prensa Ibérica. Sin embargo éste se defendió diciendo que todo había sido un malentendido.
En esa época Luixi tenía una novia que trabajaba como profesora de equitación en el Royal Horse Club, la hípica del pueblo, en la que el acusado recibió algunas clases. Allí, parece ser, intimó demasiado con alumnas de su pareja. Una de las siete denuncias, de hecho, está relacionada con hechos ocurridos en 2016 en Llavaneres.
Luixi frecuentó durante esos años un equipo de fútbol de veteranos, donde lo recuerdan como un jugador acelerado, y también un equipo de balonmano, donde trabó amistad con dos chicos que estaban todavía en Bachillerato y resultan fundamentales en esta historia. “Cuando te hablaba, te convencía”, explica uno de ellos en declaraciones recogidas por Caso Abierto.
Luixi habló a los dos jóvenes de su pasión por los caballos y de la doma natural en la que creía, basada en una forma de adiestramiento más respetuosa con los animales y diferente a la clásica.
Les contó que algún día montaría su propio centro según esa filosofía. Los deslumbró tanto que los chicos llegaron a pedir dinero a sus respectivas familias para reformar una finca que Luixi había encontrado a las afueras de Arenys de Munt y que pudo inaugurar en el año 2017 y al que llamó L’Espiga.
Amigos suyos han contado que Luixi estaba centrado en ese centro y que no podía hacer otra cosa que no fuera trabajar en él. Después de romper con la pareja que tenía, L’Espiga comenzó a llenarse de alumnos que acudían a tomar clases de doma natural y que lo idealizaron hasta el punto de que el ayuntamiento de Arenys de Munt le concedió un premio por emprendedor.
Se volvió colérico
El perfil de hombre encantador volcado en su negocio y en la pasión por los animales se transformó en una persona obsesionada con la hípica, colérica, que gritaba y que incluso golpeaba a los caballos según algunos de sus conocidos.
Antes de la pandemia Luixi arrastró una caravana hasta L’Espiga y se instaló a vivir en la finca. Como hacía en la tienda de golosinas de Llavaneres, se rodeó de menores. Allí se ganó la confianza de todos hasta que el hombre empezó a propasarse con algunas de las chicas a las que embaucaba haciéndoles creer que tenían un gran talento.
Según se ha sabido conforme ha ido avanzando la investigación y según la Generalitat, L’Espiga dispone de licencia de explotación ganadera desde 2013, aunque no está a su nombre. Durante los años en que el centro ha permanecido abierto, Luixi ha estado evitando el pago de impuestos y teniendo a menores trabajando con él que no estaban dadas de alta en la seguridad social.
El hombre se enfrenta ahora a la acusación por un delito de siete agresiones sexuales aunque no se descarta que aumente el número de denuncias.
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