Prisión permanente revisable para los parricidas de Laia, la bebé que murió con 101 lesiones en su cuerpo

La madre de la pequeña y su pareja han tratado de culparse mutuamente durante la celebración del juicio.

Juicio por el parricidio de Laia, la bebé a la que golpearon más de 100 veces

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Patrullero de la Policía Nacional en Sevilla. / DGP

Prisión permanente revisable para los parricidas de Picarral (Zaragoza) que acabaron con la vida de Laia, la bebé de dos años que presentaba más de 100 lesiones alrededor de su cuerpo.

El magistrado presidente del tribunal del jurado, Alfonso Ballestín, ha argumentado en la sentencia que la concurrencia de la alevosía y el ensañamiento y la agravante de parentesco permiten castigar a Vanesa Muñoz Pujol (su madre) y a Cristian Lastanao Valenilla (la pareja de Vanesa) con la máxima pena privativa de libertad contemplada en el Código Penal de España.

Tanto la Fiscalía como las acusaciones en nombre del padre biológico de la víctima y de la Generalitat de Cataluña habían solicitado esta pena. El juez ha dictaminado que la pareja indemnice a casa uno de ños hermanos de la víctima con 90.000 euros y al padre biológico y a su abuela con 50.000 además de tener que abonar las costas del juicio.

En el caso de que en el futuro se estime su salida de la cárcel, sobre ambos pesará una medida de libertad vigilada por tiempo de diez años. Contra la sentencia todavía cabe recurso de apelación ante la Sala Civil y Penal del Tribunal Superior de Justicia de Aragón (TSJA).

Hace una semana, un jurado popular declaró culpables de asesinato a Vanesa y a Cristian. Por un lado, los nueve miembros del pueblo elegidos para impartir Justicia consideraron probado que ambos tenían la intención de matar a Laia y, por otro lado, que ninguno de ellos hizo nada por salvarla en sus últimas 48 horas de vida tras provocarle una peritonitis mortal.

Fue cuando llegaron al hospital cuando los sanitarios pudieron comprobar el historial de lesiones que tenía la pequeña. La autopsia que practicaron los profesionales del Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses de Aragón reveló 101 heridas en el cuerpo de Laia, víctima de una peritonitis aguda acompañada de una sección del duodeno y de un gran edema cerebral.

Los análisis toxicológicos también revelaron un consumo de cocaína durante sus últimos seis meses de vida e incluso de cannabis, antidepresivos e hipnóticos.

Durante su toma de declaración en el juicio, ambos condenados se culparon mutuamente de su asesinato, si bien el Grupo de Homicidios de la Jefatura Superior de Policía de Aragón desenmascaró su modus operandi: se intercambiaban fotografías y videos a través de WhatsApp en los que se burlaban de los castigos contra Laia.

Le daban de comer guindilla y salsa picante e incluso le llegaron a colgar de la pared mientras pendía a una altura de dos metros por encima del suelo. "La cara de pánico de la niña es terrible. Como Grupo de Homicidios e suna de las caras más terribles que hemos podido ver", reconoció el jefe de la unidad.

Tal y como recoge la sentencia, no tuvieron ninguna duda de que le provocaron "un aumento deliberado e innecesario del dolor", por eso se ha contemplado la agravante de ensañamiento, y también apreciaron la alevosía en su forma de actuar. "La corta edad de Laia le impidió ejercer una defensa efectiva frente a las agresiones que estaba sufriendo", probó por unanimidad el jurado y a ello alude el magistrado en la sentencia cuando hace referencia a "la imposibilidad de la niña de ejercer una defensa efectiva frente a las agresiones que estaba causando y que le causaron finalmente la muerte".

El abogado de la acusación particular insistió durante el juicio en la voluntad homicida de Vanesa y Cristian, sosteniendo que "querían que se muriera y la remataron. Hubo una voluntad inhumana de aumentar deliberadamente el dolor de la víctima", apuntó el penalista.

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