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Gumersindo Ruiz
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Se llamaba Lilia y tenía ocho meses. Esa es la identidad del bebé cuyo cuerpo apareció en una playa de Tarragona ataviado con ropa de invierno. Su madre, Samira, había pagado siete mil euros a unos traficantes para montarse en una neumática precaria, una zodiac negra, que debía llevarlas de Argelia hasta Alicante.
La barca tenía capacidad para 5 personas pero en ella se montaron unas 16. Los hechos tuvieron lugar en el pasado mes de marzo, en un viaje que debía hacerse por la noche para que ninguna patrullera los viera.
La pequeña se encontraba desaparecida hasta ahora y la Guardia Civil ha confirmado, mediante la prueba de ADN, su identidad al cotejarlo con el de su madre, cuyo cadáver apareció el pasado 6 de abril en las costas de Baleares.
Lilia, con solo ocho meses, se ahogó a 10 kilómetros de la costa de Denia junto a los otros 15 tripulantes de la patera, entre ellos, Samira. Ellas eran las dos únicas mujeres de la embarcación en la que también había 4 subsaharianos y 10 argelinos. Uno de ellos era el padre de Lilia, según ha confirmado el Centro Internacional para la Identificación de Migrantes Desaparecidos (CIPIMD).
Tal y como ha compartido Caso Abierto, el de este hombre fue uno de los cuatro cuerpos que se encontraron recientemente en las redes de pesca de una embarcación, a unas seis millas de la costa alicantina. Por el estado de descomposición de los cuerpos habrían pasado, entonces, veinte días en el agua, según explican fuentes de la investigación. El mar había devuelto dos cuerpos más hace una semana.
Al resto de tripulantes, como Samira y Lilia que eran de la ciudad de Tipaza, se les ha declarado desaparecidos. Es uno de los naufragios más recientes de la ruta migratoria argelina en nuestras costas, que conecta las playas del país africano con las de Almería, Murcia, Baleares y Alicante.
Aunque la ruta migratoria más mortífera sigue siendo la Canaria, en la ruta argelina fallecieron el año pasado 70 personas y 151 desaparecieron, según la APDHA. El balance sigue creciendo este año con este último naufragio de 15 personas en esta ruta.
La cuantía que las personas que migran deben pagar a los traficantes puede oscilar entre los 2.000 y los 10.000 euros, en los casos más extremos. Aunque normalmente está en torno a los 5.000 euros por persona.
Cuando ha habido un naufragio lo primero que se hace para identificar los cadáveres es rellenar un formulario en la página web del CIPIMD, incluyendo datos sobre el aspecto físico de la persona desaparecida, cicatrices, tatuajes, marcas de nacimiento, y si es posible la ropa que llevaba en el momento de salir.
Después, reclaman a las familias fotografías, efectos personales y de otro tipo, y los cotejan con ellas y el cuerpo que se haya podido encontrar. Si esta indetificación previa es correcta, se facilitan a la Guardia Civil todos estos datos para que, vía Interpol, solicite huellas o muestras de ADN en origen a los familiares argelinos o que el Gobierno haga una extracción a la familia. Se coteja y se confirma la identidad en un proceso que puede durar años. Después de eso el poder judicial inicia los trámites para la repatriación al país de origen.
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