La historia de Stacey Daniels, la viuda negra que hizo creer que la asesina era su hija

Michael Wallace y Stacey Daniels se conocieron en 1985, cuando Stacey tenía solo 17 años, en Estados Unidos, de donde ambos eran originarios. Al poco tiempo de conocerse comenzaron una relación sentimental y solo tres años después nacía su primera hija: Ashley Wallace. Aunque todo había ido muy deprisa desde que se conocieron, Michael era alcohólico por lo que no tardó mucho en abandonar a su pareja y su hija cuando esta era apenas un bebé.

Sin embargo al poco tiempo Michael consiguió rehabilitarse y volvió con su hija, Ashley, y Stacey, con quien acabó contrayendo matrimonio. En 1991 nacía su segunda hija, Bree.

Aunque en un principio las cosas parecían haber cambiado en la pareja y simulaban ser una familia convencional, en 1999 Stacey le confesó a una amiga sus intenciones de divorciarse porque Michael había vuelto a beber y se ponía violento.

Al poco tiempo de contarle esto a su amiga, su marido comenzó a enfermar y a pesar de que fue al médico, nadie pudo decirle qué le pasaba por lo que a los pocos días perdía la vida de un infarto.

La familia de Michael, que no daba crédito de lo sucedido, sugirió a Stacey que solicitara la realización de una autopsia, especialmente por si tenía algún tipo de enfermedad hereditaria.

Stacey se negó, entonces, a que le hicieran autopsia alguna y criticó que quien era su marido había estado bebiendo, aunque la familia de él desmintió esta acusación. Como consecuencia de la muerte de Michael, Stacey fue indemnizada con 55.000 dólares gracias a una póliza de su seguro.

Tan solo dos años después, en 2001, Stacey rehízo su vida con David Castor, un hombre al que conoció a través de un chat. En 2003 Stacey.y David se casaron y ella adoptó el apellido de él. Además él regentaba una empresa de instalaciones de aires acondicionados por lo que ella comenzó a trabajar en este lugar como secretaria.

La felicidad les duró poco al reciente matrimonio. En 2005 Stacey contactó con el servicio de emergencias porque, según contó, su marido no daba señales de vida y parecía que se había encerrado a beber en una habitación de su casa.

Cuando los agentes entraron en la sala comprobaron que el hombre había muerto y el caso fue tratado como un suicidio. Ella comentó a los investigadores que él también bebía y consumía algunos fármacos como consecuencia de la depresión que padecía.

Sin embargo, en el registro de la vivienda los policía encontraron una pipeta que les resultó sospechosa y en la que había restos de anticongelante. Por este motivo los agentes decidieron volver a interrogar a Stacey mientras llegaban los resultados de la autopsia al cuerpo de David. Ella queda en libertad de forma provisional pero un año después descubren que la pipeta que encontraron tenía restos de ADN tanto de la víctima como de Stacey.

La autopsia también determinaría que este fue el motivo de su muerte. La policía, al sospechar de la mujer, mandó desenterrar el cuerpo de su anterior marido para analizarlo y los resultados fueron idénticos: Michael también había muerto por la ingesta de anticongelante.

Con Stacey en el punto de mira de los investigadores, a ésta se le ocurrió hacer creer a los agentes que había sido su hija la culpable de todo y para inculparla la envenenó y redactó una nota de despedida para que todos pensaran que había intentado suicidarse tras matar a su padre y a la nueva pareja de su madre.

A pesar de los intentos de Stacey porque ella pareciera la culpable y acabar con su vida, su hija Ashley sobrevivió y pudo confirmar que ella ni había matado a estos dos hombres ni había intentado suicidarse.

Durante el juicio por el caso Stacey lo negó todo pero aun así la condenaron a cadena perpetua. En los investigadores del caso siempre quedó la sospecha de que la viuda negra también hubiera acabado con la vida de su padre, que murió repentinamente cuando estaba ingresado en el hospital.